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La Guía Secreta De Asturias

Entre la oscuridad y la luz

San Martín de Oscos cuenta con una ruta que lleva hasta las viejas instalaciones de mina Carmina, de donde se extrajeron blenda y galena entre 1951 y 1962

Entrada a la mina Carmina, en una imagen tomada desde el interior de la galería. ANA PAZ PAREDES

La comarca de los Oscos, además de ser tierra donde el fuego, el agua y el hierro han forjado su historia y se hace presente en sus oficios, hogares y paisaje, también conoció tiempos de dura minería de los que son testigos algunas de las explotaciones como es el caso, por ejemplo, de la mina Carmina, en el concejo de San Martín de Oscos, lindando con el de Santa Eulalia (Santalla).

Hay que partir del centro de San Martín en dirección a Villarín de Trasmonte, una aldea que dista poco más de dos kilómetros de la capital del concejo. Tras pasar el pueblo hay que dejar el vehículo para continuar a pie por una cómoda pista forestal que, en poco tiempo, se introduce en un bosque donde, con sol y calor, se agradece la sombra de los árboles. Conveniente que no falte en la mochila el agua, además de llevar ropa cómoda y calzado adecuado. Finalizado el tramo del bosque, con dos o tres bajadinas un poco pindias pero fáciles, se llega a un claro y un sendero bien definido con unas vallas de madera que conducen, finalmente, hasta lo que queda de esta explotación sobre la que existe una buena información en el panel de la entrada. Eso sí, no tiene iluminación, por lo que, para ver la galería principal, es necesario llevar linternas tal y como nos señalan desde la oficina del información turística de San Martín, donde también las venden. De hecho está avisado a la entrada de la propia mina, por lo que es conveniente saberlo antes de ir.

Impresionan, sin duda, el lugar y su historia. La mina se reabrió en 1951 y cerró diez años después, en 1962, debido a su altísimo grado de toxicidad, problemas de fundición de mineral y su baja productividad. Ubicada en un entorno de difícil acceso, de ella se extraían zinc y plomo. Los primeros kilos salieron a lomos de un único mulo que tenía que dar cuatro viajes diarios desde la mina hasta la zona de carga, donde hoy se inicia la senda peatonal cerca de Villarín. Se arrancaba el mineral con piquetas y barras y se desmenuzaba con mazas. Años después el transporte del mineral se hacía por medio de un cable con calderos que subía el material hasta el punto de carga. En esta explotación llegaron a trabajar 26 personas.

El viajero que hasta allí llegue verá, además de un paisaje único, la galería, una escombrera dividida en dos por un arroyo y la tolva donde se basculaba el mineral, la caseta del transformador, la forja y la cuadra, el calderín, el compresor, la balsa de acopio del mineral y la zona de tratamiento del mineral, entre otros restos interesantes de esta arqueología industrial que, sin duda, forma parte de la historia de Asturias.

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