Cuando una obra es puesta bajo la lupa de miles de interpretaciones, en forma de inacabables estudios y ediciones, películas, obras de teatro e incluso videojuegos, hay un placer especial en volver a la pureza de los orígenes y eso es lo que entendieron el Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil (CEPLLI) y el servicio de publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCM) cuando decidieron alumbrar la edición facsímil de la inmortal "Alicia en el país de las maravillas" publicada en España por Rivadeneyra a finales de 1921, con ilustraciones muy cercanas al Art Nouveau del dibujante y caricaturista español Joaquín Santana Bonilla y un estudio introductor de Antonio Orlando Rodríguez. La obra de Lewis Carroll, seudónimo del diácono inglés Charles Lutwidge Dodgson, vio la luz por primera vez en 1865, después de que el escritor, que también era matemático y fotógrafo, compusiese un cuento para la niña Alice Liddel, con la que estaba obsesionado, relación que daría para más de un estudio psicológico. Inquietantes relaciones aparte, esta obra, que cuenta la historia de una niña que se cae por una madriguera hasta llegar a un reino mágico donde correrá una serie de surrealistas aventuras, que ha cautivado a varias generaciones desde su aparición, ha sido fuente de inspiración para artistas de toda índole y ha sido la historia con la que muchos padres han dejado en manos del sueño a sus hijos. La edición, aparecida con motivo del 150 aniversario de su primera publicación en Londres, puede seguir usándose con el mismo propósito, pero es seguro que hará las delicias de más adultos amantes de la literatura que de los propios niños. Y ya termino este artículo porque, como dijo el conejo blanco "¡Ah, válganme mis orejas y bigotes, qué tarde se me está haciendo!".