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El hombre del gorro rojo

Jacques es el equivalente a desvelar a los niños un secreto sobre el origen de los Reyes Magos. Qué feo, ¿no? Sobre todo, cuando a cambio no ofrece nada que compense el disgusto. De acuerdo, Cousteau no era precisamente un santo varón, tenía un mundo submarino turbio que al salir a la superficie le mostraba como un ser humano lleno de defectos y miserias, pero si nos ponemos a derribar mitos debería ser por una buena causa que aclare los defectos. En este caso, ofrecer buen cine. Y de eso carece Jacques casi por completo, si exceptuamos la belleza de los paisajes marinos y la profesionalidad de Audrey Tautou.

El resto es un largo encadenado de lugares comunes, chismorreos y diálogos sin interés, rodados de forma impersonal y sin que el indudable carisma del comandante aparezca por ningún lado. En realidad, la película que nos contó la vida de Cousteau sin hablar de él fue la brillante The Life Aquatic with Steve Zissou, de Wes Anderson. Este biopic rencoroso y nada épico se limita a convertir al explorador del gorro rojo, que tantas tardes infantiles llenó de amena divulgación, en un personaje de corazón de piedra. Mejor buscar sus documentales en internet.

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