Comedia parasitaria francesa que se nutre sin sonrojo ni prudencia del humor más zafio y burdo llegado de la factoría hollywoodiense. Que inventen otros, parece pensar Philippe Lacheau, uno de esos fenómenos cómicos que demuestran que en el país vecino también cuecen habas indigestas. Flatulencia cinematográfica sin reparos, Alibi.com utiliza un punto de partida de lo más previsible: una empresa busca coartadas a los que ponen cuernos a su pareja, con tan mala suerte que el dueño descubre que un cliente es el padre de su chica.
A partir de ahí, Lacheau, empalma una sucesión de chistes que oscilan entre lo malo y lo peor, dibujando a los personajes con trazo más que grueso y tirando del saco del mal gusto para arrancar de cuajo las sonrisas a los espectadores. Machista, racista y sexista a más no poder, habrá quien la defienda como un producto gamberro e iconoclasta en el que no se salvan ni los animales. Lo mejor, o lo único salvable, es la aparición de Nathalie Baye y alguna parodia de películas y series de EE UU.
