La esencia de la prolífica obra del artista y disidente chino Ai Weiwei podrá ser vista a partir de mañana a través de 42 objetos repartidos magistralmente como "guiños" al visitante entre las otras obras que exponen los cinco museos que alberga el Palacio Rumine de Lausana.

Weiwei aceptó volver a Suiza para presentar una cuidadosa selección de su obra en el Museo de Bellas Artes de Lausana, una institución cultural relativamente modesta, al cumplirse trece años desde que este país le diese la oportunidad -según el mismo afirma- de lanzar su carrera internacional.

La Kunsthalle de Berna presentó hace trece años la primera exposición individual del entonces desconocido Ai Weiwei, convertido ahora en el artista china más cotizado, mediático y admirado en el exterior, pero desconocido fuera de los circuitos del arte dentro de China.

Weiwei, de 60 años, ha retornado a Suiza de la mano de Bernard Fibicher, director del Museo de Bellas Artes de esta ciudad, que desde este viernes -y hasta el próximo 28 de enero- le dedica una retrospectiva titulada "D'ailleurs, c'est toujours les autres".

El mismo Fibicher fue quien al frente de la Kunsthalle de Berna en 2004 ofreció a Weiwei su primera gran vitrina en Occidente.

Otra mano que fue vital en su despegue fue el empresario suizo Uli Sigg, quien reunió la mayor colección de arte chino contemporáneo del mundo hasta que donó una gran parte a un museo en Hong Kong.

Con estos lazos especiales de por medio, el artista accedió a la propuesta de Fibicher de presentar la última exposición de su museo antes de que cierre definitivamente en su emplazamiento actual dentro del Palacio de Rumine para mudarse a un nuevo edificio.

Sin embargo, la idea inicial de utilizar las tres mayores salas del museo quedó rápidamente superada por la singular propuesta de "insertar" la obra de Weiwei en los escaparates de los otros cuatro museos ubicados en el mismo histórico palacio (de Zoología, Arqueología, de la Moneda y de Geología).

En el Museo de Arqueología el visitante se topa en medio de otras piezas con la máscara mortuoria del padre de Weiwei Ai Qing, uno de los más importantes poetas chinos del siglo XX, quien sufrió un largo exilio por su condición de intelectual y al que Weiwei vio de niño sufrir toda clase de vejaciones.

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Al lado aparece una máscara de tejido y arcilla del propio Weiwei, como reflejo de la de su padre, por quien siempre ha expresado devoción.

Metros más allá se exhiben por primera vez seis platos de porcelana de inspiración Ming en los que Weiwei ilustra el drama de los refugiados, a los que ha dedicado una buena parte de su obra en los últimos años.

Un colorido dragón de 50 metros de largo -formado por cometas donde están inscritas citaciones de famosos disidentes- recibe a los visitantes a la entrada del Museo de Zoología.

Se trata de una de las obras más impresionantes del disidente y que sólo ha sido expuesta una vez en el pasado, en la prisión de Alcatraz (EE.UU.).

Si en China el dragón representa el poder imperial, Weiwei lo confeccionó como representación de la libertad individual.

Entre fósiles y cristales, un bloque de cristal derretido de tres toneladas, colocado a la entrada del Museo de Geología, es otra de las singulares obras que presenta Weiwei y que provocó grandes dolores de cabeza entre los ingenieros a los que se encargó subirlo a la tercera planta del Palacio Rumine.

Incluso la Biblioteca Cantonal Universitaria, situada en el mismo Palacio Rumine, ha recibido su cuota de la obra de Weiwei y exhibe los llamados libros de "Tapa Negra", "Tapa Blanca" y "Tapa Gris", que éste hizo imprimir entre 1994 y 1997 en Hong Kong y entrar clandestinamente en China.

Gracias a esas publicaciones sus colegas artistas conocieron las tendencias del arte en Occidente y su influencia fue capital en el desarrollo del arte contemporáneo en China.

Con estas y muchas más obras, la retrospectiva en Lausana pone en evidencia el puente que Weiwei ha tendido a lo largo de su carrera entre el arte chino tradicional -mediante el uso de la porcelana, madera, mármol, jade, bambú y de la seda- y el lenguaje que canalizan las redes sociales, de las que Twitter es su preferida.

"Weiwei fue el primer artista que utilizó de forma masiva las redes sociales con una clara estrategia global porque entiende que si quiere tener eficacia política debe ser omnipresente", explicó Fibicher a un grupo de periodistas en una visita previa a la apertura de la retrospectiva.