Los niños neandertales tardaban más que los humanos modernos en desarrollar por completo su cerebro y, también, en formarse físicamente, probablemente debido a un mecanismo de ahorro energético. Así lo constata el análisis de un esqueleto hallado en la cueva del Sidrón (Piloña), de un niño de 7,69 años (lo que equivaldría a siete años y ocho meses, aproximadamente), realizado por un equipo multidisciplinar encabezado por los paleoantropólogos Antonio Rosas y Luis Ríos, y en el que participa el arqueólogo Marco de la Rasilla, de la Universidad de Oviedo.

El hallazgo ha sido presentado a través de un artículo que se publica en el día de hoy en la revista científica "Science": "The growth pattern of Neandertals, reconstructed from a juvenile skeleton from El Sidrón (Spain)". En el texto, los autores destacan que la cavidad craneal del esqueleto (identificado como "El Sidrón J1") se había desarrollado en ese momento en un 87,5% (1.330 centímetros cúbicos, sobre el total de 1.520 de los neandertales adultos), cuando lo habitual en los sapiens es que a esa edad haya alcanzado ya el 95% de su desarrollo.

Además, los autores identifican también diferencias en la formación ósea del sujeto. En concreto, se constata que la fusión de las vértebras torácicas y el atlas se produjo unos dos años más tarde que en los humanos modernos.

"Es un hallazgo que nos permite reconstruir el patrón de crecimiento de los neandertales con una precisión que hasta ahora no había", explica Marco de la Rasilla sobre el hallazgo, único por la dificultad de encontrar restos tan completos como los hallados en Piloña: "El problema es que los huesos de neandertal que se conservan son los que son, hay pocos porque lo normal es que desaparezcan. Pero en este caso se ha podido conservar una cantidad muy grande de esqueleto, es un hallazgo importante y nos da muchas posibilidades".

De momento, los paleoantropólogos ya han podido formular una teoría sobre estas divergencias en el crecimiento de los neandertales respecto a los sapiens: el ahorro energético. "Una de las ventajas evolutivas que tenemos los sapiens es nuestro mayor cerebro. Pero su desarrollo supone un gasto energético importante que, lógicamente, merma el desarrollo de otras partes del cuerpo", explica De la Rasilla, quien insiste en que un niño humano moderno, a la edad del neandertal del Sidrón, ya tendría el cerebro prácticamente desarrollado.

Esto no quiere decir que los niños neandertales desarrollasen antes su físico, ya que los análisis del esqueleto y la dentición apuntan a un crecimiento muy parejo respecto al homo moderno, salvo en algunas zonas concretas en las que también se aprecia cierta retraso en el desarrollo. "Tardaban algo más en crecer, en algunas partes al menos. Lo que plantean los investigadores es que probablemente estas pequeñas ralentizaciones se puedan deber a un ahorro energético", sintetiza Marco de la Rasilla, quien destaca además esa divergencia entre el desarrollo de las vértebras de una y otra especie.

El arqueólogo adelanta que el Sidrón seguirá aportando nuevos hallazgos en un futuro. "Recogimos mucha información en la cueva y ahora tenemos que ir estudiándola. Al ser un estudio multidisciplinar, en algunos ámbitos ya tenemos más información, y en otros irán saliendo cosas. En arqueología, sin ir más lejos, estamos trabajando en algunas cuestiones. Pero donde más hallazgos habrá será en este ámbito de la paleoantropología y la genética", sostiene.