La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Amistad sin peligro

Judi Dench y Ali Fazal.

Hay que remontarse nada menos que a 1971 para encontrar el primer fogonazo de Stephen Frears en el cine, aquella Detective sin licencia con un fantástico Albert Finney pegando tiros al aire con sarcasmo, desencanto y un punto de amargura destilada. Frears se acomodó en la televisión hasta que en 1984 se vino a España a rodar The hit, un policiaco con cierta gracia pero definitivamente tópico que, desde luego, no hacía presagiar la llegada de ese demoledor tríptico de airados trallazos a la sociedad malpensante formado por Mi hermosa lavandería, Sammy y Rosie se lo montan y Ábrete de orejas. Reclutado y amansado por Hollywood, Frears rodaría con implacable plucritud Las amistades peligrosas y Los Timadores (bueno, y Héroe por accidente, olvidémosla) antes de someterse al vaivén del cine personal con parada en lo comercial ( Café Irlandés o La camioneta frente a El secreto de Mary Reilly o Hi-Lo Country. Con el punto álgido de La Reina, donde se beneficiaba de un guión excelente y un reparto notable, Frears se ha conformado desde hace ya mucho tiempo con rodar películas de absoluta pulcritud con buenos repartos que le exijan poco trabajo y guiones más o menos sólidos. Ninguna memorable. Encariñado últimamente en historias de relaciones singulares entre hombres y mujeres de edades y circunstancias distantes ( Philomena, Florence Foster Jenkins), Frears vuelve con La reina Victoria y Abdul a su zona de confort manejando materiales resistentes sin correr el menor riesgo y sometiéndose mansamente a todas las convenciones habidas y por haber. Con un guión tan correcto como predecible y aplicando su incuestionable dominio del oficio para que el envoltorio resulte vistoso y agradable, el director deja bien claro que acepta su condición de realizador de encargo que entrega el producto que se espera de él y punto. El resultado es una obra menor de cierto regusto rancio, ligera y amena, en la que Judi Dench no tiene dificultad en ser lo mejor con diferencia de una función que emociona lo justo y divierte lo necesario. El Frears de los grandes días del pasado ni está ni se le espera aunque no se le puede negar la dignidad circunspecta con la que lleva su pase a la reserva activa.

Compartir el artículo

stats