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Con estos ninjas sí se juega

Tras el logro despampanante de La Lego película y el sabroso pero ya recalentado bocado de Batman, el juego prosigue, ya sin tanta gracia y con menos artillería sorprendente, con una aventura de ninjas en la que no falta ni el sabio maestro sentencioso. Vaya por delante que es una película francamente entretenida aunque solo sea por acumulación de secuencias diseñadas para dejar a los críos con la boca abierta e impedir que se le cierren los ojos a los adultos, que estéticamente es una pasada y que hay detalles que a los peques se les pasarán inadvertidos pero que a sus acompañantes adultos les pueden hacer tilín. Quizá sea pedir demasiado que tras las andanadas anteriores haya munición suficiente para una tercera de igual contundencia, pero es cierto que en algunos momentos hay cierta saturación de ideas ya muy vistas y algunas reiteraciones que provocan esa molesta sensación de esto ya lo vi y mucho mejor. Sin cargar las tintas en los mensajes moralistas de tanto cine de animación que toma por tontos a los niños, en incluso con algún pellizco a otras películas que abusan de los mismos, esta Ninjajo película combina errores y aciertos con una despreocupación que parece calculada de antemano, sin ahondar demasiado en el conflicto paternofilial que apunta un toque serio al asunto y dando a la cadena de juguetes material de sobra para llenar los escaparates en la campaña de Navidad. La abundancia de guionistas y la arritmia general obligan a ser mal pensados y barruntar que ha habido demasiados intereses en el juguete como para que la frescura y cierta mala uva de las entregas anteriores se pudiera conservar sin daños. Es una pena, pero no seamos tan aguafiestas: los peques se lo pasará en grande, y eso es lo que importa. ¿O no?

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