Tiene 22 años y es una amante del pepián rojo con tamarindo blanco. Tras ser elegida reina indígena transexual, Quetzalí, nacida en la provincia de Huehuetanango, luchará por la igualdad y la diversidad en Guatemala, un país donde los tabúes son el pan de cada día.

La joven, que se convirtió en ganadora de la corona de un certamen que se celebra por primera vez a nivel nacional, destacó la necesidad de buscar la equidad porque, dijo, "no importa cómo vistamos o de qué sexo seamos" pues todos "somos seres humanos".

En un discurso breve en el que apeló a la unidad, Quetzalí venció a otras cinco jóvenes de los departamentos de Alta Verapaz, Chimaltenango y Quetzaltenango en el primer acto de este tipo que tiene lugar en Guatemala y que en la próxima edición se prevé que se traslade a su provincia natal, para encadenar así una tradición.

Uno de los puntos que decantó al jurado, compuesto por tres activistas de derechos humanos de la comunidad LGBTIQ, fue la interpretación, con su traje típico, de una pedida de mano del área norte de Huehuetenango, donde la tradición no es "ir y enamorar", sino que consiste en que la mujer acepte el pañuelo blanco, símbolo de la pureza, que la desposa.

Su indumentaria, de colores rojo -que representa la sangre y el atardecer-, negro -el fin de un día y el inicio de la noche- y verde -en un guiño a la naturaleza que da vida-, atrajo las miradas de los asistentes y de los organizadores, que buscaban la belleza regional en la cultura popular de la diversidad.

El fin era fortalecer los derechos humanos con equidad y en base a la convivencia nacional en el Estado de derecho también de la población LGBTIQ (Lesbiana, Gay, Bisexual, Transexual, Intersexual y Queer) en los pueblos originarios, marginada sobre todo en los departamentos participantes, donde sufre "más estigma, más discriminación y más homofobia".

En frente estaban Mónica Maité, de 19 años y también natural de Huehuetenango; Karla Navarrete, de 23 y oriunda de Chimaltenango; Blanca Azucena Coyoi, de Quetzaltenango, y Mónica Estefanía García y Lía Vásquez, de 25 y 31 años, respectivamente, en representación de la provincia de Alta Verapaz.

Todas apelaron en sus representaciones a sus raíces y algunas, las más atrevidas, mezclaron trajes de fantasía con una música de samba de fondo para mostrar sus encantos y demostrar que se podían convertir en la cara visible de una lucha por la igualdad.

Quetzalí se convertirá así en la voz de Guatemala para luchar contra una triple discriminación, aquella que sufren por ser indígena y pobre y por pertenecer a la comunidad LGBTIQ. Será el rostro visible de una población a la que el país le ha negado su espacio.

Aldo Dávila, director de la organización Gente Positiva y de la Casa de la Cultura 4 de noviembre -donde se celebró esta cita-, recordó a Efe la violencia y estigmatización que sufre esa comunidad en el país, por lo que actos como este servirán para poner en primera plana una lucha que solo acaba de empezar.