De pocas conferencias salen los oyentes tan ilustrados y sonreídos como de las que da, con sus muchas erudiciones y su propensión a la ironía bienhumorada, Francisco García Pérez. El escritor, catedrático y articulista de LA NUEVA ESPAÑA, acertó ayer de nuevo con la fórmula. Invitado por la Fundación Cervantista "Ramón Álvarez Viña" llenó el patio de la Casa Natal Jovellanos, en Gijón, con una divertida y precisa incursión en el Quijote. Su objetivo: demostrar que las páginas de los libros de autoayuda y las muchas recomendaciones que circulan por las redes sociales, traídas por "youtubers", "instagramers" y blogueros a la violeta, no son más que "reformulaciones" de la obra maestra de Cervantes. Y, para nueva desolación, "puestas al día en lenguaje infinitamente peor".

"En caso de zozobra, menos autoayuda y más Quijote", concluyó García Pérez, que dejó claras sus intenciones en el título mismo de su conferencia: "Sátira de la autoayuda: los refranes del Quijote". Un desarrollo del artículo que el autor de "Crónicas de El Bierzo" publicó el pasado miércoles en "Lo que hay que oír", su columna en este diario. Cargaba allí, bajo el título "Bien predica quien bien vive", contra lo que el profesor considera dos males contemporáneos: el adanismo y el "malcitismo". O sea, contra aquellos que citan mal por ignorancia militante y contra aquellos otros inclinados a pensar que el mundo ha empezado con ellos. Muchos esforzados predicadores de la autoayuda incurren, según hizo resaltar García Pérez, en esos estragos tan de nuestros días.

"A los desavisados, les parecen nuevas, recién creadas estas píldoras de la felicidad o sermones laicos por culpa del adanismo reinante, que tantas veces -si no siempre- implica falta de lecturas, anafabetismo 'poltrón y perezoso'", señaló el conferenciante. Adanismo y posverdad: "Ni es ingenuo ni es humilde. Los adanistas enseñarían a cambiar de ritmo a Johan Cruiff o a driblar al propio Messi".

García Pérez tiró de unos cuantos de los numerosos refranes (también dichos, frases proverbiales, apotegmas, sentencias o adagios) que salpimentan el Quijote para demostrar lo acertado de su tesis: antes de que los propagadores de la autoayuda empezaran a dar la matraca con sus recetas, los refranes de la obra maestra de Cervantes ya aportaban en mejor y más grácil castellano aquello que es necesario saber sobre el asunto. "Paréceme Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la misma experiencia, madre de las ciencias todas". Pueden ser hasta contradictorios entre sí.

Ansiedad, estrés, asertividad, autoestima, empatía, poder mental, zona de confort, toxicidad, liderazgo, motivación... Para García Pérez, el Quijote habla de todos esos asuntos -los mantras de la nueva religión de la autoayuda- con más tino y mejor puntería verbal. El catedrático puso numerosos ejemplos: "Quien destaja no baraja"; "Más vale vergüenza en cara que mancilla en el corazón"; "Ruin sea quien por ruin se tiene"; "Cual el tiempo tal el tiento"; "A buen servicio, mal galardón"; "En casa llena presta se guisa la cena"... Y por ahí seguido.

En el turno de las presentaciones, el novelista Miguel Barrero relató su deslumbramiento, cuando era bachiller, con los artículos que García Pérez publicaba en este periódico. "Me ofrecían aquello que no sabían darme los profesores en las aulas". Y añadió: "Me descubrió la existencia de Juan Benet". Asistió a la conferencia el consejero de Educación y Cultura del Principado, Genaro Alonso. El presidente de la "Álvarez Viña", Jesús M. Peláez, retrató a García Pérez como un fiel cumplidor del dicho horaciano: "Enseñar deleitando".