Dos décadas después de escribir y dibujar el cómic autobiográfico "La vida es buena si no te rindes", el historietista canadiense Gregory Gallant, más conocido como Seth, reconoce a Efe, con motivo de su reedición en España, que esa versión más joven de él mismo era "un buen tipo, pero un poco tonto".

Considerada como obra cumbre en su vida y uno de los cien mejores cómics del siglo XX (apareció por primera vez de modo serializado entre 1993 y 1996) esta nueva edición de Salamandra Graphic devuelve a un Seth joven (Ontario, 1962), pero con la misma manera de entender y vestir su día a día con trajes y sombreros de los años 50, porque el pasado es para él también su presente, aunque con matices.

-¿Qué cree que ha ganado la obra, o qué ha perdido, con el paso del tiempo?

-Escribí este libro hace muchos años, por lo que me resulta juzgarlo correctamente. Cuando lo miro veo que está escrito por una versión más joven de mí mismo. También fue escrito antes de que Internet estuviera tan profundamente conectado con la vida de todos, pero hay una seriedad en el libro que probablemente atrae a un lector más joven: la sensación de intentar descubrir eres.

-¿Cómo cree que es la vida si te rindes?

-Hay muchas cosas en la vida que debemos debilitar, en su mayoría son cuestiones egoístas. Gran parte de lo que hace que la vida funcione es hacer que otros se sientan cómodos. El verdadero significado de ese viejo dicho es que aunque la vida no sea fácil uno no puede renunciar. Clichés, por supuesto, pero los clichés son a menudo verdad.

-Usted afirma en el cómic que si tuviera que conocerse se odiaría. Veinte años después, ¿qué tal se cae?

-Ya no estoy tan seguro de esa declaración, Puede que siga siendo cierta. Si conociera a la versión más joven de mí mismo, la de cuando escribí este libro, no lo odiaría. Probablemente me avergonzaría un poco acerca de cómo desesperadamente quería ser querido o admirado. Creo que era un buen tipo, pero un poco tonto.

-Respecto a su forma de pensar y mirar la vida, ¿qué le aporta vivir en el pasado a juzgar por su manera de vestir y de vivir?

-Admito que trato de evitar tanto del mundo moderno como puedo, pero es prácticamente imposible. Cada vez más tengo que acostumbrarme a pantallas planas en cada esquina, música demasiado fuerte, luces demasiado brillantes.

No estaría feliz viviendo en 1930, 1950 o 1960 porque las costumbres sociales de aquellos tiempos serían contrarias a mis sensibilidades actuales, pero deseo que parte de la estética de aquellos tiempos anteriores hubiera perdurado. Anhelo la belleza cotidiana de principios del siglo XX.

-¿Le sigue aterrando el futuro? (Así lo manifiesta en "La vida es buena si no te rindes").

-Sí, más aún, todo está cambiando muy rápido. A medida que el mundo está más conectado me retiro más hacia adentro. Pero no me opongo totalmente, me gusta la cantidad de información disponible o el fácil acceso a encontrar libros antiguos. Lo que no me gusta es la sensación de que el mundo virtual es más atractivo que el físico.

Temo por el momento en el que se aun hombre muy viejo, no reconoceré casi nada de la textura del mundo en el que nací.

-¿Qué es lo que más le interesa de la actualidad del mundo del cómic?

-Me gusta mucho la libertad que veo en los dibujantes jóvenes, hacen lo que quieren con una confianza genuina. A diferencia de mi generación, que siempre vio los cómics como un medio artístico, ellos no han tenido el obstáculo para verlos también como algo comercial.

-¿Y del cómic español?

-No conozco mucho en realidad. La mayor parte de lo que sé de los dibujantes españoles lo aprendí en los años 80 y principios de los 90 cuando aquí llegaban traducidos. Ahora me ha gustado mucho "The Cabbie" de Marti y recuerdo haber disfrutado bastante con cómics de Daniel Torres. Pero por supuesto, siempre me han impresionado mucho las obras de Max.