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Amores en la cuerda floja en Nueva York

Tras la estupenda (500) Días juntos, Marc Webb cambió radicalmente de registro para ponerse al servicio de dos entregas más bien olvidables (y olvidadas) de Spider-Man. No debió gustarle mucho la experiencia porque luego volvió al cine más modesto con Un don excepcional, material lacrimógeno que manejaba con apreciable mesura. Canción de Nueva York propone una mezcla en principio curiosa de inflamable material sentimental con brotes de (mala) literatura y salpicaduras neoyorquinas en la estela de Woody Allen.

El lastre de un protagonista decididamente soso como Callum Turner impide que la película levante el vuelo por más esfuerzos que hagan los competentes Brosnan, Nixon, Bridges y, en menor medida, Beckinsale, por hacer creíble la historia. Webb demuestra buenas maneras y tiene ideas apreciables, pero la historia desemboca en un desenlace tremebundo que bordea el ridículo con sus desvaríos folletinescos.

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