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Atraco imperfecto

Daniel Craig.

Durante unos años frenéticos, Sodebergh rodó como un descosido películas tan bientencionadas como fallidas tomándose de vez en cuando unas vacaciones pagadas con la tediosa saga de Ocean's Eleven. Agotado o hastiado, anunció que se retiraba del cine. Nadie le creyó. Pero el descanso le ha venido bien. La suerte de los Logan no es excepcional pero sí muestra a un cineasta más calmado que domina el oficio y se divierte contando una historia sencilla (que no simple) con un reparto bien elegido (atención al papelón de Daniel Craig, que demuestra que hay vida más allá de James Bond) y un guión bien afinado. Aquí no se trata de grandes atracos en ambientes lujosos para tener una excusa que permita el desfile de estrellas.

Hay personajes de carne y hueso, un humor liviano no exento de acidez, muchos detalles inteligentes y una apreciable capacidad para mantener el interés del espectador sin sorpresas ni alardes de acción. Soderbergh se toma en serio no ponerse serio en esta nueva etapa, evita los alardes pomposos que arruinaban muchas de sus películas y regala una pequeña pero matona cinta de robos dicharacheros en la que no hay chistes facilones, no se ridiculiza a los perdedores (estupenda la escena en la que Adam Driver, manco, deja patidifusos a unos tipejos creando un cóctel con un solo brazo) y se pone en pie un tratado de la dignidad como forma de enfrentarse a los desmanes de la vida. Y su final sirve para dejarlo bien claro.

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