David F. Sandberg logró un sorprendente eco con un corto de terror visto y no visto en 2013, Luces fuera, que interesó lo suficiente a Hollywood como para convertirlo en el largometraje Nunca apagues la luz. Y los méritos se convirtieron en errores. Annabelle: Creation repite errores y horrores, aunque en su descargo hay que decir que pocos directores serían capaces de hacer algo potable con un material de derribo en el que la muñeca presuntamente aterradora da un poco de risa. Como ocurría en su anterior cinta, Sandberg se muestra más habilidoso con las luces apagadas: esa conversación bajo una sábana a modo de tienda de campaña truncada cuando se apaga la linterna o la niña que dispara pelotas de goma a la oscuridad hasta que...
Cuando el terror se hace explícito y se recurre a los consabidos excesos de maquillaje y al susto previsible, la película va deshinchando y se vulgariza hasta extremos insultantes y solo se anima con alguna escena bien resuelta, como la tensión en una escalera mecánica o el brutal atropello que precipita el drama al inicio.
