El dramaturgo Mauricio Kartun invita al público de Madrid a reflexionar sobre el mito bíblico de Caín y Abel en su obra "Terrenal. Pequeño misterio ácrata", que el argentino convierte en un conflicto laboral entre patrón y empleado, entre el que acumula y el que no tiene nada suyo.

"Dos arquetipos -dice Kartun en una entrevista con Efe- que son el origen de las ideologías: el nómada versus el sedentario". De ahí la coletilla del título, "Pequeño misterio ácrata", que no obstante el argentino aclara que "no es lo opuesto al capitalismo".

"Hablo del capitalismo -añade- porque es lo que corresponde a mi generación, pero, si voy para atrás, la pregunta siempre es la misma: ¿debemos aceptar que trabajar es una condena?".

Según Kartun, "esa dialéctica nos acompaña desde hace siglos y lo paradójico y lo perturbador es que, cada época, encuentra su representación. Es apasionante", considera.

"Mi obra -señala- es un acto de fidelidad al origen del mito de Caín y Abel, que con permiso de la Iglesia -apunta- es prebíblico. Son los dos grandes arquetipos: Abel, nómada, fiel a la ideología de no tener siquiera una tierra para acumular algo, porque en el ir y en el no tener se constituye su forma de vida".

Y enfrente, Caín: "El que se instala y sueña con producir el doble para un día no tener que trabajar, pero que termina atrapado en el mecanismo de la acumulación que lo lleva a invertir lo más precioso de la vida, que es el tiempo, en protegerlo".

En esta ocasión, contado desde el humor. Asuntos sesudos y bromas, una mezcla que "siempre da como resultado un hijo bastardo" de sangre renovada. "Sale un relato sin la solemnidad de la que suelen salir los mitos cargados de religión y pasa a ser algo tan vital, alegre".

En su opinión, "uno de los males más horroroso que ha sufrido el teatro ha sido la solemnidad, pensar al teatro con una solemnidad casi incompatible con el carácter de quienes lo hacemos, porque no hay nada menos serio que un cómico".

"Al teatro a veces se le intenta dar un valor de transcendencia que va en su contra. El cine o la tele han encontrado formas mas descontracturadas y se han quitado de encima esa solemnidad. Cuando se lo quitas al teatro, le dejas que salga lo vital y la energía del cómico y aparece algo más gozoso, no por ello menos ideológico".

Kartun se ha traído con él a los veteranos actores Claudio Da Passano (Abel); Claudio Matínez (Caín) y Rafael Bruza (Tatita), que mantienen el texto sin cambiar una coma, con modismos bonaerenses que al director no le preocupa que no entienda el público.

"No soy un traductor que explique al espectador a cada paso qué esta oyendo. El teatro no está hecho para entenderse, sino para comprenderse", advierte.

Con más de cuatro décadas de carrera y treinta obras estrenadas siempre con el favor del público, el argentino Mauricio Kartun abre con esta obra el XXXV Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid.

Una obra que, desde su estreno en 2014 en el Teatro del Pueblo de Buenos Aires, ha acumulado más de 65.000 espectadores.

Kartun (San Martín, 1946), uno de los más emblemáticos dramaturgos del teatro independiente argentino, reconoce que en ese terreno menos comercial es donde se siente "feliz", a pesar de que la escena independiente "no es un proveedor natural de grandes riquezas", bromea el profesor.

El teatro independiente "es mi lugar franco, mi lugar de alegría, mi plan. El sitio donde me encuentro con gente que tiene vitalidad e ideas parecidas a las mías", resume el profesor, que asegura que "equilibra" sus finanzas gracias a sus clases.

La obra se escenificará en el escenario del Teatro de la Abadía de Madrid en cuatro sesiones: jueves, viernes, sábado y domingo, del 19 al 22 de octubre.