Lo que en principio no eran más que restos de pigmentos y trazos de quienes habitaron hace unos 24.000 años la cueva cántabra de El Pendo, son en realidad tres ciervas que salen a la luz como si fueran "pinturas fantasma" gracias a la técnica de la teledetección espectral.

Esta herramienta ha permitido avanzar de forma "espectacular" en la documentación y el estudio del arte rupestre Paleolítico que, fruto de un proyecto de investigación desarrollado entre 2014 y 2017, permite "ver cosas que están" en las paredes de las cavidades prehistóricas cántabras, que "el ojo humano es incapaz de percibir".

Uno de los impulsores de esta técnica Vicente Bayarri (Gim-Geomatics) explica a Efe que a través de un sensor que "juega con la luz", en menos de un minuto, se hace un barrido iluminando todo el espectro del que se quiere captar datos, pasando desde el ultravioleta hasta el infrarrojo cercano, y después se analizan las imágenes capturadas para obtener "lo que hay debajo, aunque no se vea".

La diferencia con las técnicas que se aplicaban hasta ahora es que con una cámara de fotografía convencional se podían captar tres bandas o valores de un pigmento -el rojo, el verde y el azul-, mientras que con la teledetección espectral se recogen hasta 420.

El trabajo de campo desarrollado en El Pendo -cueva Patrimonio de la Humanidad- ha permitido revisar todo el friso de pinturas de esta cavidad y, con la nueva técnica, se ha podido "zanjar" la discusión sobre la definición de una de las 24 figuras que contiene, un caballo que algunos consideraban que era otra cierva.

El director de las Cuevas Prehistóricas de Cantabria, Roberto Ontañón, pone en valor este "descubrimiento" de otras tres ciervas, situadas a la derecha del friso de pinturas y en una parte de El Pendo que no se enseña al visitante.

Estas nuevas pinturas, sobre las que "se intuía" su existencia, pertenecerían a la misma época y a los mismos moradores que pintaron el resto de figuras de la cueva, es decir, a quienes vivieron en esa cavidad en el Paleolítico Superior, hace unos 22.000 a 25.000 años.

Y el mismo equipo que encontró hace veinte años las expresiones artísticas de esos antiguos "residentes" de El Pendo, han asistido ahora con "enorme sorpresa" al salto cualitativo y cuantitativo "brutal" que, desde el punto de vista científico, supone el uso de la teledetección espectral.

Para el arqueólogo que dirigió en 1997 las investigaciones que concluyeron con el hallazgo del friso de esta cavidad, Ramón Montes, con esta nueva tecnología "ya no se va a intuir" a través de restos de pigmentos o pintura, sino que "se van a volver a ver cómo eran en origen" esas representaciones.

Pero es que, además, "permite documentarlas y estudiarlas adecuadamente", abriendo unas posibilidades "enormes" de demostrar a la sociedad cómo era el arte más antiguo de la humanidad moderna, que está en grutas cántabras y que puedo haberse hecho, en algunas representaciones, hace casi 40.000 años.

"Los arqueólogos estamos de enhorabuena. Vamos a poder ser capaces de trasladar un conocimiento francamente alucinante: conocer cómo los primeros sapiens, los primeros nosotros que llegaron a Cantabria, empezaron a plasmar sus pensamientos trascendentes, sus ideas y sus creencias", resalta en una visita con Efe.

El director de las cuevas prehistóricas cántabras añade que este tipo de proyectos, con resultados "excelentes", son "un ejemplo" de trabajo conjunto y de cómo las administraciones se ponen de acuerdo, y es que, en el caso de El Pendo, han unido sus esfuerzos el Ministerio de Cultura, el Gobierno de Cantabria y el ayuntamiento donde se ubica la cavidad, Camargo.

Y así también se está actuando en otras zonas con cuevas similares -Cantabria cuenta con once declaradas Patrimonio de la Humanidad-, donde se usa la teledetección con "un cien por cien de resultados".

Roberto Ontañón pone como ejemplo las cuevas de El Castillo, donde de un signo "salieron" cinco figuras, o en La Garma, en la que se han descubierto algunos motivos nuevos y reinterpretado otros.

Sin duda, una herramienta "potentísima" para la conservación, difusión e investigación del arte rupestre, ya sea a través de nuevos hallazgos o de la revisión de los existentes, que determina el camino a seguir de ahora en adelante con estas tecnologías u otras que se desarrollen, pero en la misma línea de trabajo.