Karen Armstrong parece encontrarse a gusto en el debate y en el intercambio de ideas. La especialista en el estudio de las religiones, premio "Princesa de Asturias" de Ciencias Sociales, cambio ayer la histórica biblioteca de la Universidad de Oviedo, en la que estuvo el pasado martes, por la de la Facultad de Humanidades. Un público más académico, profesores y alumnos en su mayoría, que no llenaron el salón pero que estuvieron a la altura en las cuestiones que plantearon a la autora de "Campos de sangre", uno de sus títulos traducidos al español.

La religión y el poder, las creencias, la compasión, el Islam -"los occidentales no somos las únicas víctimas del Daesh"-, la Universidad y la figura de Dios fueron algunos de los temas que le plantearon a la estudiosa. Armando Menéndez Viso, director del departamento de Filosofía, y Rosa Cid, profesora, dirigieron un debate en el que, como ya ocurriera el día anterior, Armstrong confrontó religión y política. "Ningún Estado ha logrado lo que predican las tres religiones monoteístas, la justicia y la igualdad".

Armstrong, buena conocedora de las religiones que estudia -cristianismo, islam, judaísmo, budismo en hinduismo- maneja con soltura textos y términos. Ser creyente es mostrar confianza hacia el otro, "creer en él"; la fe, significa comportarse de una manera específica, "no sólo aceptando los principios de esa creencia"; la religión "es otra forma de arte, hace que salgamos de nosotros mismos", y la idea de Dios se aproxima a la existencia de un misterio: "Es algo que no podemos conocer nunca, no es ni mujer ni hombre y, a pesar de eso, es ambas cosas, es la confrontación de muchas cosas que nos lleva a la trascendencia".

Fundadora de la "Carta por la compasión", un documento que apoya el entendimiento entre religiones y culturas y que promueve una red de ciudades que aspiran a ese difícil logro, la compasión, dice, "es la regla de oro de todas las religiones y consiste en no tratar a los demás de manera distinta a como te gustaría que te trataran a ti".

¿Y cómo debe ser una ciudad compasiva? Karen Armstrong no duda la respuesta: "incómoda". Y lo explica: "El profeta Mahoma dice que uno no puede ser creyente si conoce a alguien que pasa hambre y no hace nada. Deberíamos sentirnos incómodos, si dormimos bien estamos fallando a nuestros maestros religiosos. En la red de ciudades compasivas tiene que haber un programa práctico que se centre en la desesperanza, hemos de permitirnos que nuestro corazón se parta ante los espectáculos de dolor que vemos cada día".

Aunque Armstrong no es universitaria -suspendió un examen de doctorado-, cree que la Universidad debe servir para ayudar a los estudiantes a conocer otras culturas, para formar a los futuros líderes del mundo y para que se sientan incómodos. "Hay que mantener la mente abierta al sufrimiento, tratar de ver la santidad de todo ser humano, nos caiga bien o mal; si no lo hacemos, el mundo no será viable".