El humor es siempre comunicación y, además, ayuda a mejorar la vida, según Marcos Mundstock, uno de los integrantes de Les Luthieres, el reconocido grupo humorístico argentino que este año fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

"Hoy más que nunca nos sentimos orgullosos de esta bendita profesión", ha afirmado este actor, locutor, creativo y, por encima de todo, humorista, que desde hace 50 años ha hecho reír a cuatro generaciones de espectadores con el humor blanco de este grupo argentino.

Mundstick se ha dirigido en estos términos a los 1.600 espectadores que hoy seguían desde el Teatro Campoamor de Oviedo la entrega de los Premios Princesa de Asturias 2017, ceremonia que ha estado presidida por los reyes Felipe y Letizia.

Junto a él han estado en el escenario, los otros tres integrantes originarios del mítico grupo humorístico, Carlos López Puccio, Carlos Núñez y Jorge Maronna, además de Martin O'Connor y Horacio 'Tato' Turano, sustitutos de Daniel Rabinovich, alias Neneco, fallecido en 2015.

Para él y para Gerardo Masana, también fallecido, ha tenido palabras de recuerdo Mundstick, que tampoco se ha olvidado de humoristas como José Luis Coll, Miguel Gila o el Tricicle, ni del periodista Álex Grijemo, que presentó la candidatura a un premio al que habían optado en numerosas ocasiones.

"¡Qué suerte que esta vez se haya salido con la suya!", ha señalado el humorista argentino antes de precisar que sobre todo se alegran por él, porque Les Luthiers van a "echar de menos esas nominaciones" que les "llenaban de incertidumbre y ansiedad, pero también de frustración".

Según Mundstock, sus repetidas nominaciones les hizo encariñarse con el hecho de ser candidatos y de recibir felicitaciones de los amigos, lo que no deja de ser "dramático".

Más en serio, ha incidido en que se trata de un galardón que les llena de "enorme orgullo" y más cuando lo reciben de manos del rey en el teatro Campoamor, que cobijó sus primeras actuaciones en Oviedo y que es una "casa muy querida".

Mundsstock ha incidido en que da igual de qué tipo de humor se trate, sea profesional o doméstico, más refinado o más burdo, oral, escrito o mímico, porque sea el que sea "mejora la vida, permite contemplar las cosas de una manera distinta, lúdica, pero sobre todo lúcida, a la cual no llegan otros mecanismos de la razón".

"El humorismo no depende de estar de buen humor o de mal humor, o de un humor de perros (que es cuando no movemos el rabo...). Hay gente que siempre está de buen humor pero es incapaz de entender un chiste. No importa, el sentido del humor se aprende y mejora con la práctica: nadie nace riendo", ha afirmado este humorista que en la década de los 60 empezó a leer la biografía del famoso compositor ficticio Johann Sebastian Mastropiero.

Para Mundstock, el humor es siempre social porque nadie se cuenta un chiste a sí mismo, sino "a los amigos o conocidos, en el trabajo, en el bar o en un velorio" y por eso "es comunicación, más aún, comunicación y Humanidades".

Para Les Luthiers, según ha añadido, su mayor satisfacción ha sido el haber ganado con la ayuda de la música, unos raros instrumentos y la exuberancia y las ambigüedades del idioma castellano un lugar en el humorismo.

Un halago ha sido también, según Mundstock, que el jurado que les otorgó el premio les considerase "uno de los principales comunicadores de la cultura iberoamericana".

"Aparte del enorme halago que eso significa, estamos un poco sorprendidos. Y no por modestia sino porque nunca nos habíamos propuesto llegar a tanto", ha subrayado antes de incidir en que, si así lo dijo el jurado, quiénes son ellos para oponerse a dicho reconocimiento.