Seguro que ustedes lo saben, Tusk es polaco?

Me complace que, gracias a la decisión de la Fundación Princesa de Asturias, recibo esta noche el premio de la Concordia concedido a la Unión Europea. Y, a la vez, estoy muy orgulloso de que el galardón de Literatura sea recibido hoy por un polaco, un gran poeta, Adam Zagajewski.

Nos conocimos hace años, aunque él no se acordará. Yo era un estudiante cuando leí su brillante poema sobre la censura en los tiempos en la dictadura en Polonia. Juntos, mis amigos y yo imprimimos ese poema en una imprenta ilegal en una casa. Hicimos cientos de copias. Con el tiempo Zagajewski se convirtió para mi generación en símbolo de libertad de expresión, independencia y pensamiento, y nuestro anhelo por Europa, no en el sentido geográfico sino en el sentido político e intelectual.

Participamos en el movimiento de Solidaridad, con millones de compatriotas. Fuimos golpeados encarcelados, forzados a ir al exilio. Pero nunca abandonamos unos simples principios: la violencia nunca revuelve nada, el diálogo es mejor que el conflicto; la ley debe ser respetada por todos los actores de la vida pública, y la armonía es mejor que el caos.

Durante todos esos años, ambos soñamos con una Europa unida, donde prevalecen la concordia y la verdad. Y, de hecho, estamos recibiendo el premio al mismo tiempo teniendo en cuenta que no hay una concordia genuina sin la verdad.

En muchas partes del mundo las personas sienten que están rodeadas de mentiras, de manipulación y noticias falsas. Pero creo sinceramente que la verdad es invencible. Y que esta ceremonia es también una expresión de invencibilidad.

De hecho, uno de los más bellos poemas de Adam Zagajewski habla de la verdad. Mis amigos y yo hemos traducido un fragmento al español:

"El territorio de la verdad es claramente reducido.

Estrecho como un sendero al borde de un precipicio

¿Eres capaz de no salirte de él?

Acaso ya lo has abandonado".