El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no se sentó el pasado viernes en la mesa presidencial junto al Rey durante la ceremonia de entrega de los premios "Princesa de Asturias", pese a que así lo exigiría la aplicación estricta del protocolo oficial. Un hecho que no pasó desapercibido para muchos, al ver que, pese a la presencia del presidente de la nación, era el jefe del Ejecutivo asturiano, Javier Fernández, quien se sentaba junto a don Felipe.

Y es que siempre hay excepciones, también en el protocolo, y ésta fue una de ellas, como lo es que el acto de entrega de los Premios empiece con el himno de España y acabe con el de Asturias.

Lo cierto es que Rajoy no sabía dónde sentarse. Normal, si se tiene en cuenta que sólo tuvo un antecesor, Leopoldo Calvo-Sotelo, hace 36 años, precisamente para presenciar la primera edición de los entonces premios "Príncipe de Asturias". Se ve que, además, al personal de Moncloa tampoco le dio tiempo a decirle al Presidente cuál era su sitio, pese a que ya el miércoles lo habían estudiado junto con los responsables de protocolo de la Fundación Princesa de Asturias, de gran prestigio internacional por el exquisito trabajo que realizan año tras años.

Así que, pese al lío que se hizo Rajoy, que fue decidido a sentarse en primera fila entre el público y hubo que "rescatarlo", su sitio estaba claro. Hace años se redujo la mesa presidencial del Campoamor, que en los comienzos era muy grande. Desde entonces sólo están los Reyes, el presidente de la Fundación y el vicepresidente de honor de la Fundación, que es el presidente del Principado. La zona de mayor rango en el escenario, desde el punto de vista protocolario, es la que ocupan los premiados. Y la Fundación habilita la izquierda para las autoridades, en lugar de hacer que se sienten entre el público o en los palcos. Eso explica por qué Rajoy ocupó el lugar de mayor rango de la línea de autoridades y el más próximo a la mesa presidencial cerca de los Reyes.