El filósofo José Luis Pozo Fajarnés, profesor de la Universidad de Talavera de la Reina, acudió ayer a la Fundación Gustavo Bueno para impartir la conferencia "Cine soviético y dialéctica de Estados", enmarcada en el programa de la Escuela de Filosofía de Oviedo. Una charla en la que desgranó la evolución del cine soviético y su penetración en otros países, singularmente España, y en cuyo argumentario incorporó algunos datos de interés sobre la historia local, especialmente los relativos a la refundación en 1933, y bajo una óptica revolucionaria, del cineclub de Oviedo.

"En la ciudad había funcionado un primer cineclub en 1929, fundado por Giménez Caballero. Su recorrido no debió ser muy largo, y en 1933 se refundó como cineclub proletario, bajo una óptica revolucionaria, por una asociación prosoviética", precisó Pozo Fajarnés, quien documentó los primeros pasos del cineclub a través de una crónica de Juan Antonio Cabezas publicada en la revista cinematográfica "Nuestro Cinema", y que detalla cómo la sesión inaugural se realizó en la noche del 25 de abril de ese año.

Pese al auge de estas iniciativas, Pozo Fajarnés matizó que el cine soviético no tenía especial predicamento en la España republicana: "En Madrid, las películas soviéticas no gustaban. Esto es algo que está constatado: no iba nadie a ver las películas durante la República, y tampoco durante la Guerra Civil". Una situación que, obviamente, no mejoró en la posguerra, cuando el cine soviético directamente dejó de verse en las salas comerciales: "Hay que irse hasta 1966 para ver la primera película soviética que se estrena en España ,y es porque se trata de una adaptación de 'Don Quijote', muy buena por cierto, dirigida por (Grigori) Kozintsev".

Entre tanto, las formas y los objetivos del cine soviético habían cambiado bastante: de la experimentación inicial, y por indicación de Stalin, se había evolucionado hacia el realismo. "Stalin hablaba de mostrar la verdad, pero era obviamente su verdad", afirmó el filósofo. Una mutación que se fraguó en pleno "choque de trenes" con el cine americano, dominador del mercado global.