Gracias a que mi musa se las da de cerebral son pobres mis compases para expresión corporal", se lamentaba Javier Krahe, una carencia que han querido contrarrestar Los Toreros Muertos con un próximo disco en el que homenajean a su modo el espíritu del genial cantautor

"Es muy importante que su mensaje se difunda, su capacidad dialogante, su forma de vivir, casi como un monje ermitaño, lejos de la codicia y viviendo su vida artística con esa devoción", ha explicado hoy a Efe Pablo Carbonell, incombustible líder de esta veterana formación musical.

Conocidos desde su formación en 1984 por su irreverente espíritu, decidido a subvertir los géneros musicales en éxitos iconoclastas como "Mi agüita amarilla", Los Toreros Muertos han apostado ahora por "hacer bailable el mundo sonoro krahetiniano".

Dada la "devoción por el lenguaje" del cantautor madrileño, también han intentado "exprimir al máximo el diccionario" en dos "bonus tracks": "Bicicleta estática" e "Himno a Teruel", que fue lanzada hace un año, fiel a su ácida y circense idiosincrasia.

"En Teruel pastaban tranquilos los dinosaurios y ahora con la evolución de las especies y el folclor ¡pasean con su zurulo los turolenses!", cantan Carbonell y el resto de este "grupo bastante más independiente que los independientes", ya que, en pleno proceso de masterización del álbum, que podría estar en la calle en Navidad, aún no tiene discográfica.

Parte de él sonará en el concierto que ofrecerán el próximo 2 de noviembre en la sala But de Madrid, junto a grandes éxitos imprescindibles como "Yo no me llamo Javier", a cuyo "desalmado" narrador, reconoce Carbonell, le ha cogido "alguna vez cierta apatía u odio".

"Me voy humanizando y ahora entiendo lo que digo en las canciones", bromea el músico ante un proceso de composición que se basaba en la improvisación depurada y filtrada durante meses por el cerebro del autor.

Por ello es por lo que Los Toreros Muertos se definen claramente como "una banda de directo". "Ni yo mismo sé lo que va a pasar, más allá de que nos dejaremos la piel, que es lo importante", subraya Carbonell.

Con mucha más calma se toman lo de componer canciones, y eso que convienen en que "España está para hacerle una canción de humor". Desde "Toreros muertos: cantan en español" (1992), producido por Nigel Walker, el grupo no ha vuelto a publicar un disco integrado únicamente por temas inéditos.

El año de su publicación el grupo puso fin a una primera etapa y no volvió a la actividad hasta 2007, fecha a partir de la cual lanzaron varias recopilaciones y el disco en directo "Los Toreros Muertos en vivo" (2015). Tampoco han sido muy prolíficos en conciertos desde entonces.

"Nuestra trayectoria artística está copiada del Guadiana", apunta con sorna, antes de explicar que no desea perder su actividad como actor y cómico. "Los Toreros Muertos son para mí un bálsamo en el que soy totalmente libre y me lo tomo como mis vacaciones", añade.

Esta vez tienen la intención de ser más concienzudos con la agenda del grupo, aunque Carbonell no descarta volver a dirigir una película. En estos días anda ocupado además con una obra de teatro basada en su reciente libro de memorias, "El mundo de la tarántula" (Blackie Books).

Fue en esa obra donde narró una supuesta anécdota real protagonizada por José Luis Perales (negada insistentemente por él), según la cual habría llegado a interpretar 15 veces y a punta de pistola "Y cómo es él" en una fiesta privada del narcotraficante Pablo Escobar.