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CRISTINA HEREDIA | Historiadora del Arte, premio "Padre Patac"

"Oviedo fue la primera ciudad asturiana con traída de aguas"

"Los alfareros de Miranda de Avilés hicieron las tuberías que se utilizaron en los abastecimientos del siglo XVI en la región"

Cristina Heredia Alonso, en la fuente de los caños de San Francisco, en Avilés. MARA VILLAMUZA

La gijonesa Cristina Heredia Alonso (1980), doctora en Historia del Arte, es la ganadora de la XXI edición del premio de investigación "Padre Patac", un galardón que ha obtenido con su trabajo "Aqua Urbi en el reinado de Felipe II. Gonzalo de la Bárcena, fontanero del reino, y la historia de las traídas de agua a la ciudad moderna asturiana".

- ¿Cómo entra en contacto con esta temática?

-El estudio surgió a raíz de una investigación inicial que se hizo sobre las tuberías de barro cocido de los alfareros de Miranda de Avilés. Fue un trabajo que permitió hacer un redescubrimiento de la figura de Gonzalo de la Bárcena, arquitecto especializado en obras de carácter hidráulico. Es un exponente brillante de este tipo de obras en el Renacimiento español.

- ¿Fue un momento de mucha actividad en este tipo de obras?

-Sí, fue especialmente relevante por varias cuestiones. Primero, porque se establece una ruptura con la época medieval en cuanto a las normas de acomodo e higiene en la ciudad. A partir de la época moderna se experimenta un cambio y los regimientos de las ciudades (que aglutinaba al cuerpo de regidores) empiezan a acometer esta tipo de obras para favorecer la vida cotidiana y la higiene en la ciudad. Hasta ese momento, la mayor parte del suministro de agua era irregular, la gente iba a los pozos, no existía un sistema de conducción y canalización.

- Y eso generaba problemas de higiene?

-Sí. Durante la época medieval la gente iba a recoger agua en los pozos, lavaba la ropa, bebían los animales? era un foco de epidemias. En época moderna se quiere romper con eso y se redactan los primeros proyectos para construir las canalizaciones que acabarían con esos problemas. Y luego creo que hay que tener en cuenta que los Austrias mayores, en este caso Felipe II, eran apasionados de las obras de carácter hidráulico. Y en correspondencia con lo que el rey estaba realizando en sus moradas reales, los regimientos trataron de emularlo. Que una ciudad tuviera agua corriente era un síntoma de prestigio social y de preocupación por sus moradores.

- ¿Cuál es la primera ciudad asturiana en tener una traída de aguas?

-El primer proyecto es el del acueducto de los Pilares, en Oviedo, en época moderna. Es también la primera aparición de Gonzalo de la Bárcena en el ámbito asturiano. Una vez que tiene lugar este proyecto, a partir de 1582, la Villa de Avilés toma ejemplo y acomete la traída de aguas de Valparaíso, de 1583. Y posteriormente se hará la traída de aguas de Gijón, la conocida como "Fuente Nueva", en 1592. Y en las tres Gonzalo de la Bárcena hace su aparición y proyecta sus respectivas traídas de agua.

- ¿Ha encontrado testimonios de la incidencia de estas obras en el día a día de las ciudades?

-Más que decirnos cómo asumieron los habitantes estas intervenciones, las fuentes documentan la problemática de no tener un abastecimiento adecuado: por ejemplo, que se secaran las fuentes en los meses de verano, lo que provocaba que la gente tuviera que hacer cola desde la madrugada. También la imposición de multas, incluso penas de cárcel, por lavar la ropa o el pescado?

- ¿Podían multar a alguien por limpiar el pescado en una fuente?

-Claro: por limpiar el pescado, la carne, lavar la ropa? había construcciones específicas para llevar a cabo ese tipo de actividades. Que bebieran los caballos en el centro de las urbes era un problema, para eso estaban los pilones. Curiosamente, estos proyectos recogen toda esta problemática: cuando diseña sus proyectos, Gonzalo de la Bárcena contempla hacer una fuente para uso humano, un lavadero cercano a esta fuente y un abrevadero. Espacios muy diferenciados. Y a raíz de estas obras también surgirán los aguadores, las lavanderas, y otros oficios vinculados al ámbito del agua.

- ¿Se hicieron traídas en otras ciudades asturianas en esa época?

-En ciudades más pequeñas, en zonas rurales, las traídas de agua no se realizarán, por lo general, hasta la Edad Contemporánea. Esto se debe a que las arcas municipales no tenían capacidad económica para llevarlas a cabo.

- ¿Tan costosas eran estas obras?

-Es que cuando hablamos de una traída de agua no se trata sólo de la proyección de la obra, hablamos también de la materialización y de las sucesivas reparaciones. La proyección dependía de muchos factores, desde ubicación del manantial hasta la nivelación del terreno y la misma construcción de un acueducto. En Oviedo tenemos Los Pilares, un acueducto volado, pero en Avilés o Gijón también hicieron acueductos subterráneos. Estas obras alcanzaron una envergadura y espectacularidad como no se había visto desde época romana. Había miles y miles de tuberías de barro cocido, suministradas por los alfareros de Miranda de Avilés. Y si una se rompía, el agua no llegaba y había que acometer reparaciones.

- ¿Era muy importante esa industria alfarera de Miranda de Avilés?

-Sí. Hasta ahora se sabía que era una industria que experimentó un crecimiento a partir de la segunda mitad de siglo XVII. Pero a partir de este estudio tenemos constancia de que hubo un asentamiento de maestros alfareros portugueses a finales del siglo XVI en Miranda de Avilés. Lo cual quiere decir que trajeron sus propias técnicas alfareras y cerámicas para trabajar estas tuberías. Las enseñanzas de los portugueses a los alfareros de Avilés -con la introducción de la cocción reductora que le da a la cerámica de Avilés mayor durabilidad y ese distintivo color negro-, permitió que ese foco de Miranda fuese creciendo, y muy probablemente vinculado a las obras de las traídas de agua. Había una demanda constante de tuberías.

- ¿Qué vestigios nos quedan de esas obras?

-En Avilés tenemos la fuente de los caños de San Francisco, que no sólo nos está hablando de la obra de Gonzalo de la Bárcena, también de la función política y social de estas obras. En esta fuente se plasma muy bien dónde estaban los intereses políticos: las armas de la Villa de Avilés a ambos lados, y en el centro las de Felipe II, que nos hablan simbólicamente de su patrocinio en la obra, pero también de su buen hacer como gobernantes y del prestigio que suponía tener agua corriente en la ciudad. Muy probablemente, las fuentes que fueron construidas en esa época en Gijón y Oviedo eran muy parecidas a esta. El estudio de las traídas de aguas es necesario para observar los desarrollos sociales y urbanos de las ciudades. Es una pena que, en gran medida, hayan sido pasto de la piqueta.

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