El Centro Niemeyer retoma el domingo (13.00 horas) el ciclo "Suena la Cúpula" de la mano del barítono Andrés Jiménez-Ramírez, considerado uno de los mejores exponentes de la canción hispanoamericana, y de la pianista Laurence Verna. El artista colombiano, afincado en Madrid desde hace años, realizó estudios de ópera y música de cámara becado por el Teatro Colón, la "Schola Cantorum Basilensis", "L´Avant Scene Opera" y trabajó con prestigiosos maestros de la talla de Enza Ferrari, Bianca María Casoni y Peter T. Harrison. Ha actuado en prestigiosos escenarios de todo el mundo y el del domingo en el Centro Niemeyer será su primer concierto en Asturias. El ciclo "Suena la Cúpula" ofrecerá también las actuaciones del maestro Andrés Torrelledó y de los alumnos de la Escuela de Música Reina Sofía.

- ¿Qué va a ofrecer al público asturiano?

-El repertorio va a girar en torno a la palabra y a la música. La primera parte será un recital dedicado a la canción de concierto y dentro de ella habrá tres bloques: la primera estará formada por obras italianas de mediados del XVII a mediados del XVIII, la segunda estará dedicada a la canción francesa del XIX y la tercera será im repertorio al que le dedico gran cantidad de tiempo y que es mi pasión, la hispanoamericana: Manuel de Falla, Ernesto Lecuona, Ernani Braga... La segunda parte será ópera: Vivaldi, Rossini, y un aria de ópera de Aristide Hignard, con texto de Julio Verne. Esta última pertenece a una investigación que vengo realizando desde año años sobre la música que compuso Julio Verne, un campo que es totalmente desconocido.

- Y que fue objeto ya de un recital...

-Sí, de la mano Fundación Telefónica estrené hace dos años, también con Laurence Varela, un repertorio basado en la obra verniana que acompañaba una exposición sobre Julio Verna, la más visitada de esta fundación.

- ¿Por qué Verne?

-Más que el hecho de que fuese Julio Verne, lo de investigar es porque no puedo dejar de ser curioso. La Fundación Telefónica nos contactó cuando estaban con exposición y nos pidieron un recital alrededor de su figura. Lo más sencillo habría sido echar mano de composiciones ya realizadas en torno a él, pero antes de adentrarme en eso, me dediqué a hurgar alrededor de su vida para ver que más había. Tuvo un gran contacto con el mundo de la ópera, fue secretario de la ópera de París, y su conexión con la música fue muy fuerte. Lo que desconocía es que se remontase a los inicios. Antes de los libros que le dieron la fama había libretos de teatro. Le daba gran importancia a la música y mi pasión es buscar repertorios que no se hacen. Después de una larga investigación empecé a encontrar obras que había escrito Verne, que había sido tenor, que tocaba el piano y que puso en escena óperas y operetas con Aristide Hignard.

- ¿Y qué investiga ahora?

-Mi trabajo es constante en la búsqueda de repertorios. La canción hispanoamericana, que es mi pasión, ha tenido hasta hace pocos años (las cosas han cambiado muchísimo con internet) poca fortuna para imprimir música, salvo en México, Cuba, Argentina y España. En el resto de países no hubo casas editoriales que se dedicaran a ello, las canciones se quedaron en manuscritos que quedaron en manos de particulares o de familias. Cada vez que tengo un recital, expongo una de esas joyas que voy encontrando en el camino.

- Recorre los escenarios de todo el mundo de recital en recital, ¿con cuál se queda?

-Es muy difícil escoger, no me puedo quedar con ninguno. Hay escenarios que pueden ser míticos, como el Teatro Real, el Colón, pero luego hay auditorios más pequeños en los que ocurrió algo que los hizo especiales porque hubo magia. Después de tantos años de carrera, me quedo con momentos, más que con escenarios.

- Dígame un momento.

-El primero que se me viene a la cabeza es la primera vez que canté una antología Mozart. Cuando terminé me giré para agradecer la actuación a la orquesta, al director (el maestro rey Cantor) y al coro. En ese coro había un tenor al que quería muchísimo, mi padre, Armando. Entre el público estaba Blanca, mi padre. Fue un momento muy especial.

- Pero no es de familia de músicos...

-No, no vengo de familia de músicos. En nuestro caso el refrán sería, de tal astilla tal palo (ríe).

- Esta será su primera actuación en Asturias.

-Hablando de momentos, tengo dos amigos que son asturianos, Luis Llaneza y Luz González, que están atentos para proveerme algo de música en cuanto pueden. Siempre me han dicho que esa zona del norte de España me va a recordar a mi tierra. Es la primera vez que piso Asturias y es un regalo en muchos sentidos. Llevo muchos años sin pisar Colombia y ver el verde claro me apetece. Tengo una relación maravillosa con mi país, toda mi familia sigue viviendo allí y la comunicación es permanente, pero me resulta muy complicado ir por cuestión de agenda.

- ¿Un mensaje al público asturiano?

-Tengo una ilusión grandísima por llegar a Avilés. Hay mucho trabajo detrás de este recital, con muchas personas implicadas durante los últimos cuatro meses. Estoy muy agradecido y voy acompañado de una de las mejores pianistas del país (Laurence Verna). Hemos recibido un trato intachable del Centro Niemeyer. Vamos para allá con una ilusión muy grande por mostrar al público esa búsqueda constante en la que estamos. Me siento feliz de ser un embajador que lleva la cultura iberoamericana por todo el mundo.