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"La víctima de abusos debe sentir que la sociedad la ayudará", dicen los expertos

El 60% de las mujeres que reciben maltrato psicológico no denuncia y la tasa es mayor en aquellas que sufren acoso laboral y sexual, según los estudios

"La víctima de abusos debe sentir que la sociedad la ayudará", dicen los expertos

El caso del productor de Hollywood Harvey Weinstein, denunciado por acoso y abuso sexual por decenas de mujeres de la industria cinematográfica norteamericana, pone sobre la mesa el acoso o abuso sexual en el trabajo. Y rompe con el silencio, ese silencio social ensordecedor que ampara a los acosadores, a quienes utilizan su poder e influencias sin ver límites porque se creen intocables. Ése es el camino que hay que andar, para que las víctimas se reconozcan como tal y no caigan en la trampa de sentirse culpables por los abusos sufridos. Los expertos alertan: la sociedad las debe arropar para que denuncien; ellas necesitan saber que las van a creer y que se puede luchar contra esos que se creen "grandes", impunes, intocables.

"El maltratador es un experto en reconocer la situación de debilidad y la busca, la potencia y la explota. Él elige a su víctima, y ser elegida no tiene nada que ver con la edad ni con ninguna otra condición. Simplemente depende del momento, del lugar y de la situación. Ella no hace nada, sólo la eligió". Así explica Vicente Magro Servet, magistrado de la Audiencia Provincial de Madrid y miembro del Observatorio de Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial, como una mujer, cualquier mujer, se puede convertir en objeto de deseo y sufrir daños morales que siempre dejan secuelas.

Y el silencio, siempre presente, es el aliado indispensable de ese jefe abusador que utiliza su posición de dominación, de superioridad jerárquica y ejerce un acoso laboral y sexual sobre su víctima.

"Se calcula que aproximadamente el 60% de las víctimas del maltrato psicológico no lo denuncian. Muchas porque ignoran que lo están sufriendo y piensan que ese menosprecio, humillación y vejación a la que está sometida tiene que ver con el carácter de la otra persona, del que la está maltratando. Esa tasa es mayor en el caso de las mujeres que sufren acoso laboral y sexual", asegura Magro.

Javier Fernández Teruelo, Catedrático acreditado de Derecho penal en la Universidad de Oviedo, señaló que "los comportamientos delictivos de acoso o abuso sexual (a diferencia de las agresiones sexuales -violación-) se caracterizan por la ausencia de violencia física. En ellos se doblega (o se intenta doblegar) la voluntad de la víctima a través de lo que se denomina 'prevalimiento', entendido como aprovechamiento de una situación general de superioridad del tipo que sea. Además de la ausencia de violencia, otra característica del fenómeno es la circunstancia de que generalmente el hecho se realiza sin testigos".

En su exposición, Teruelo explicó que "la suma de ambos factores, ausencia de pruebas físicas por no concurrir violencia y la ausencia de testigos, coloca a la víctima en una situación complicada para dar a conocer (denunciar, ya sea policialmente o simplemente hacer pública) la situación vivida. A ello se suma, con frecuencia, que la persona que comete el abuso tiene poder y es una persona respetada en su entorno, dispone de medios para hacer creíble su versión y desacreditar a la víctima que, además, se siente desamparada socialmente, porque el temor a sufrir represalias se extendería a todos aquellos que apoyen o avalen su versión. Por ello es frecuente que el propio entorno aconseje, como solución supuestamente más inteligente, callarse".

Estas situaciones se acrecentaron con la crisis económica, en la que las mujeres necesitaban trabajar para tener ingresos económicos y las dificultades para encontrar un empleo han sido enormes. Esa necesidad, o las ganas de avanzar y crecer profesionalmente pueden llevar a situaciones insospechadas que en la mayor parte de los casos las víctimas no saben cómo afrontar. "Por eso es fundamental favorecer e impulsar el empleo femenino, para que las mujeres puedan ser económicamente independientes y puedan sentir que ése no es un problema para enfrentarse a su agresor", señaló el magistrado Vicente Magro Servet. Aunque también matizó que el caso de Weinstein "no es único, porque en estos casos no hay diferencias de clases sociales ni de profesiones".

Por eso, la herramienta de defensa fundamental es romper con los tabús y el silencio social que favorece a los acosadores. "La víctima debe sentir que la sociedad la va a ayudar, a apoyar. Necesita recibir señales de que va a estar arropada y no va a ser víctima de burlas ni de críticas. Tiene que percibir que no está sola y que es y va a ser tratada como víctima y no culpable de ese acoso, de esos abusos, Sólo así se atreverá a enfrentarse en privado y en público a ese 'grande' que la acosa".

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