El Paleolítico y el Prerrománico son sin duda los dos valores más sobresalientes del patrimonio histórico asturiano. Así lo ven también los expertos que con motivo de los 150 años del Museo Arqueológico Nacional (Madrid) han reunido las 150 piezas más representativas de los principales museos y colecciones de España, entre las que figuran tres joyas extraordinarias que los organizadores han solicitado a Asturias: una escultura colgante con forma de cabeza de cabra, tallada en hueso, procedente de Tito Bustillo; un colgante sobre hueso hioides de ciervo grabado con trazos en zig-zag, de la cueva de La Güelga, y una basa tallada a dos caras de la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo, todas ellas expuestas habitualmente en el Museo Arqueológico de Asturias.

La exposición del Museo Arqueológico Nacional (MAN), que lleva por título "El poder del pasado. 150 años de arqueología en España", es un homenaje a la historia y a la evolución de la ciencia arqueológica vista a través de 150 piezas que son, en la mayoría de los casos, las joyas más preciadas y representativas de cada sede, bienes culturales que narran la historia del territorio español.

Se trata de un conjunto procedente de casi setenta museos y colecciones privadas pensado a modo de gran escaparate desde el que dar a conocer la riqueza arqueológica a través verdaderos documentos históricos del pasado del hombre, un listado que incluye elementos que van desde los fósiles de Atapuerca hasta la Edad Media.

A todo ello se une el interés por mostrar el proceso de construcción de la arqueología española, una rama del conocimiento que como explica Gonzalo Ruiz Zapatero, catedrático de prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid y comisario de la muestra, ha servido para recuperar una memoria material del pasado y para que, de una forma "libre, limpia y crítica", los ciudadanos puedan conocer su historia verdadera y la de sus antepasados.

Las tres piezas asturianas que forman parte de la muestra, inaugurada en el MAN el pasado 11 de octubre y que se podrá visitar hasta el 1 de abril de 2018, son tres testimonios significativos de dos momentos destacados en la historia de nuestra comunidad por lo que suponen de singularidad y riqueza artística. Nadie duda hoy que Asturias es el área de la franja Cantábrica que conserva un gran número materiales extraordinarios de todas las etapas que dieron lugar a la formación del arte Paleolítico. Las piezas talladas en hueso de las cuevas de Tito Bustillo y La Güelga son, junto con la basa de San Miguel de Lillo, una excelente representación de la riqueza artística que Asturias ha venido ofreciendo ya desde épocas remotas.

Si del universo de la arqueología se trata, habrá quien eche de menos en el MAN un testimonio que hable de una aportación en la que este territorio no tiene competencia conocida. Y no la tiene porque hasta el momento ninguna otra comunidad ha conseguido sacar a la luz un grupo de 13 neandertales como el que vivió hace 49.000 años en los montes de Piloña. Los fósiles de la cueva de El Sidrón han dado ya la vuelta al mundo en las portadas de las revistas científicas más destacadas y han sido y son objeto de numerosas investigaciones que han contribuido a desvelar un buen número de enigmas sobre la evolución humana. Con esos antecedentes sería lógico que alguno de los más de dos mil fragmentos óseos localizados en la cueva piloñesa estuvieran en la exposición madrileña, pero al parecer motivos de conservación -se necesitarían vitrinas capaces de mantener una determinada temperatura y humedad- han dado al traste con los deseos de los organizadores, interesados en un principio en contar con representación de los neandertales asturianos.

La ausencia de los neandertales asturianos, a pesar de ser una oportunidad perdida para que los visitantes conozcan los vestigios de un hallazgo único en Europa, no resta interés a una muestra que cuenta con fósiles de Atapuerca y otros muchos tesoros que sería largo enumerar, pero entre los que figuran piezas de gran valor de la protohistoria, objetos de influencia fenicia y griega así como del mundo romano y medieval.

El conjunto reunido incluye tanto elementos de la vida cotidiana, herramientas o útiles de trabajo, como ajuares y objetos lujosos, además de esculturas, relieves o fragmentos procedentes de bienes arquitectónicos de distintas épocas. Con la idea de contar el desarrollo de la arqueología en los últimos 150 años, muchas de las piezas han sido elegidas por su valor artístico, pero también para dar a conocer la forma de entender el mundo de las distintas culturas que se asentaron a la largo de la historia en la península Ibérica.