Un sueño, un recuerdo de la infancia y una dosis de locura. Esos fueron los ingredientes que hicieron que Jonathan Hevia se lanzase a construir "una de las cámaras de fotos más grandes del mundo".

"Mi bisabuelo era retratista y minutero", rememora Hevia, "y yo siempre quise tener una cámara como la suya, pero no era capaz de encontrarla, así que decidí construirla". De esta forma creó una cámara de fotos con reminiscencias de su infancia que, al final, se quedó pequeña.

"A la gente le llamaba mucho la atención, todo el mundo me preguntaba por ella", relata Hevia, "al ver esas reacciones, compré una caravana y la hice a lo grande". Para Hevia, "todo comenzó como un hobby, algo que hacía sin ningún tipo de ambición y al final se acabó desmadrando".

Fruto de ese desmadre, Hevia creó "La Mamut", una cámara oscura colocada dentro de una caravana, totalmente reacondicionada para ello. La caravana es, al mismo tiempo, cámara fotográfica, estudio de revelado y medio de transporte. Además, en su lateral está dibujado un gran mural que Hevia describe como "un homenaje al mundo de la fotografía y a mi ciudad, Ribadesella".

El funcionamiento es similar al de la cámara de su bisabuelo, la misma que aparece reflejada en una fotografía en una de las paredes de la caravana, pero el tamaño es considerablemente mayor.

Tras recorrer toda Asturias con "La Mamut", "sobre todo yendo a colegios e institutos", Hevia se plantea dar el salto a toda España y quién sabe si Europa. Una vez más, la locura es uno de los ingredientes clave de la ecuación que lleve a Hevia a conseguir sus sueños.