Con un estrepitoso aplauso terminaba ayer "L'elisir d'amore", el tercer título de la temporada de la Ópera de Oviedo, siete años después de haberse visto en la capital asturiana por última vez. José Bros y Beatriz Díaz, muy queridos en la capital, fueron los más aclamados de una representación que contó con una nueva propuesta escénica firmada por Joan Antón Rechi, quien colocó colgando del techo 3.000 copas.

La versión de "L'elisir d'amore" de Rechi pasa por renunciar a la ambientación campesina original del libreto de Felice Romani y trasladarla a una boda. Concretamente la de Giannetta, que se casa embarazada de nueve meses. Este hecho trastoca todo el desarrollo escénico de esta comedia y de sus personajes. Ahora Adina es la mejor amiga de la novia, Nemorino uno de los camareros del banquete y Dulcamara una especie un tanto particular de barman.

Rechi busca la comicidad en las situaciones cotidianas, en los excesos de las grandes celebraciones. Una de ellas es la que se da durante el dúo "Una parola, Adina" entre ésta y Nemorino, que canta esposada a Belcore por una gracieta de Giannetta. Esta producción se queda en gran medida con la parte más cómica de este título, que en el fondo es más sentimental y profundo de lo que en un principio podría pensarse.

El juego con las más de tres mil copas que cuelgan del techo y que van modificando su disposición según avanza el argumento de la ópera es uno de los mayores aciertos de esta producción, ya que las luces que sobre ellas se reflejan generan diversidad de atmósferas, ademas de ser un elemento visualmente muy atractivo. Otra de las escenas que agradó considerablemente al público fue las tartas entre Adina, Nemorino y Belcore, que escénicamente sirvió para rebajar uno de los momentos de mayor tensión y dramatismo en la partitura.

La reacción del público fue un poco fría al comienzo de la representación, pero conforme avanzaba los aplausos fueron más numerosos.

En cuestiones musicales, todos cumplieron con las expectativas. El Nemorino de José Bros, con su timbre característico, cautivó al público con "Una furtiva lagrima", que trajo la ovación más atronadora de la velada. La otra triunfadora fue la soprano asturiana Beatriz Díaz, que hizo una Adina muy expresiva.

Muy cómica fue la actuación de Alessandro Corbelli como Dulcamara. Su larga experiencia en el terreno de la ópera cómica belcantista se dejó sentir anoche. Edward Parks en el papel de Belcore gustó bastante y la actuación de Marta Ubieta como Giannetta fue divertida.

El asturiano Óliver Díaz, que debutaba dirigiendo ópera en la temporada ovetense, y la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias fueron un buen soporte para el acompañamiento de las voces en escena. Siempre ceñidos a un "tempo" moderado, sin sobresaltos.

Del Coro de la Ópera de Oviedo, también con sonoridad compacta, hay que destacar el papel que desempeñó en el plano interpretativo.