Entre los testimonios recogidos en "Diario de vida", pocos son tan conmovedores como el de Cristina Inés Gil, una barcelonesa de 29 años a la que diagnosticaron un carcinoma ductal cuatro meses después de que le detectasen un cáncer a su hija, un bebé que tenía a su vez cuatro meses. Sólo la madre sobrevivió a la enfermedad.

"Hay dos opciones, o te hundes o tiras para arriba. La primera no me gusta nada, de modo que sólo tengo una. Realmente lo mío quedó muy secundario. Mi doctora me tenía que recordar muchas veces que yo también estaba enferma. Había veces que no podía estar en el hospital con mi hija. No eres consciente de que para estar allí el día de mañana tienes que curarte. Probablemente sea lo más difícil, yo era secundario", relata Cristina Inés Gil. Pese a la dureza de su pérdida, no abandona la entereza ni el optimismo: "Cuando la perdí le juré que no perdería la sonrisa, y no la he perdido".