Una exposición del Museo de Bellas Artes de Berna presenta por primera vez al público las obras que hace ochenta años fueron declaradas "arte degenerado" por el nazismo y que componen la "Colección Gurlitt", descubierta por pura casualidad hace cerca de seis años.

La colección fue amasada por Hildebrand Gurlitt (1895-1956), uno de los principales marchantes del nazismo, que, aunque no comulgaba necesariamente con esta ideología, se puso a su servicio no sólo para sobrevivir ese periodo, sino -según apuntan las evidencias- para salvar el legado artístico que peligraba.

Hasta 2012 esa colección tenía paradero desconocido, pero un control rutinario en un tren en Alemania dio con su hijo, Cornelius, quien tenía escondidas en dos simples viviendas que poseía -en Múnich y Salzburgo (Austria)- 1.500 pinturas, litografías y dibujos.

Los autores de esas obras eran nada menos que los mayores representantes de las más importantes corrientes artísticas de finales del siglo XIX y de comienzos del XX: el postimpresionismo, el expresionismo, el constructivismo, el fauvismo o el Bauhaus.

Sin razón aparente -salvo la de asegurarse no legar nada al Estado alemán, que confiscó al hijo la colección para analizar su procedencia-, Gurlitt estableció un testamento que declaraba como único heredero de las obras al Museo de Bellas Artes de Berna, parte de las cuales pueden verse por primera vez desde 1937.

La investigación internacional sobre el origen de las obras prosigue y la exposición de Berna presenta 150 de ellas: 60 de las "degeneradas" que fueron retiradas de los museos alemanes por los nazis y el resto prestadas por Alemania.

La herencia generó un problema legal por las sospechas de que las obras o parte de ellas podían provenir del expolio nazi a privados -particularmente judíos- o a instituciones de los países ocupados durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que el Museo de Berna las entregó a las autoridades alemanas para establecer su origen.

"Heredamos toda la colección, pero hasta ahora sólo aceptamos sesenta obras porque tenemos la seguridad de que no fueron robadas", explicó a Efe la directora del Museo de Bellas Artes, Nina Zimmer.

Sin embargo, transcurridos cerca de seis años desde el hallazgo, parece que va quedando claro que la mayoría de obras corresponderían a las que el propio Estado alemán se confiscó a si mismo entre 1937 y 1939 por considerar ese arte "degenerado", lo que jurídicamente implica que no fue un robo, como en el caso del expolio.

En ese periodo, más de 22.000 obras fueron "autoconfiscadas" de las instituciones de arte alemanas, sea porque transmitían ideas de izquierda o porque su estilo no correspondía a los formatos nazis.

Hildebrand fue adquiriendo poco a poco por precios irrisorios parte de estas obras.

Zimmer confirmó que desde 2012 sólo se han restituido cuatro obras a sus herederos legítimos y dos más están en curso de serlo.

"Se están investigando más de 700 obras y esperamos el resultado de la investigación en profundidad para finales de este año", comenta, aunque también aclara que no hay plazo para culminar con las indagaciones.

Lo que pasará con las obras que no encuentren dueño, nadie lo ha decidido todavía. "Es una pregunta que hay que hacer a Alemania. Nosotros sólo aceptamos obras cuyo origen está claro y que no tienen problemas. Para el resto habrá que encontrar una solución", precisa.

La exposición de Berna se realiza de forma paralela a una que se presenta en el "Pabellón de Arte y Exposiciones" de Bonn, centrada en los robos de arte del régimen nazi y sus consecuencias.

La parte suiza de la exposición ofrece, además de las 150 obras, una rica escenografía textual para explicar al visitante el contexto histórico en el cual la cúpula nazi declaró a los mejores artistas de vanguardia de la época -de Alemania y del resto de Europa- como "degenerados".

"Suele haber una incomprensión de la mayoría hacia la vanguardia y creo que esto no es muy diferente hoy. Sigue siendo difícil entender lo que hacen los artistas vanguardistas y los nazis explotaron esto y lo combinaron con su ideología", señaló Zimmer, que también es una de las comisarias de la exhibición.

Para acentuar esta idea, los nazis organizaron hace exactamente ochenta años una gran exposición titulada "Arte Degenerado", que presentaba muchas de las piezas que se pueden ver hoy en Berna, con la diferencia de que en ese entonces el objetivo era humillar a sus autores y compararlos con enfermos mentales, niños o discapacitados.

La expectativa que se acumula desde el descubrimiento de la colección -que incluyen trabajos de Gaugin, Becker, Munch, Kadisnky, Klee, Nolde, Kirchner, Dix, entre muchos otros- se evidencia en la fuerte afluencia del público y medios de comunicación de todo el mundo.