El premio "Cervantes" distingue al cronista desencantado de la Revolución Sandinista. Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942) se convirtió ayer en el primer escritor nicaragüense en obtener el galardón, dotado con 125.000 euros y considerado el "Nobel" de las letras españolas. Un premio que puede parecer sorprendente a priori, pero que remarca la tendencia en favor del realismo que se ha asentado en las últimas ediciones, especialmente en aquellos años en los que se ha distinguido a un autor latinoamericano.

Ramírez recibió la noticia en su casa de Managua, desde la que agradeció el impulso que el galardón puede dar a su obra y a la narrativa de su país. "La literatura nicaragüense gana una ventana y yo, desde el podio al que subo, tendré mejor oportunidad de hacer visible nuestra propia literatura, y sobre todo, la de los jóvenes", resaltó Ramírez, en declaraciones a la agencia "Efe".

El galardón cumple escrupulosamente la ley, no escrita, por la cual se alterna a escritores españoles e hispanoamericanos: Ramírez sucede en el palmarés a Eduardo Mendoza. Pero su elección es significativa incluso teniendo en cuenta esta alternancia: "Tradicionalmente, el 'Cervantes' premió a autores latinoamericanos de corte más fantástico, como Borges. Pero llevamos unos años en los que se ha premiado a autores con una mirada muy anclada en la realidad, en lo político, como son Elena Poniatowska, que lo recibió en 2013, y Fernando del Paso, ganador en 2015. Sergio Ramírez está en esa línea, de hecho la influencia que recibe de Del Paso es clara, y de algún modo creo que puede verificar una tendencia", reflexiona Eduardo San José, profesor titular de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Oviedo.

Escritor, periodista y abogado, Ramírez fue un activo defensor de la Revolución Sandinista, llegando a ser el vicepresidente de Nicaragua entre 1984 y 1990. Una etapa que, en su caso, acabaría derivando en un profundo desencanto. "La palabra de Ramírez fue siempre revolucionaria. Primero con el sandinismo y después para denunciar la deriva totalitaria de la Revolución Sandinista", precisa San José.

Aunque sus primeros escritos se publicaron en la década de 1960, su definitiva consagración como narrador llegaría después de esa etapa política. 1998 fue un año clave: ganó el premio "Alfaguara" de novela con "Margarita, está linda la mar", que a ojos de San José es una de sus grandes obras. "También destacaría , de su obra ensayística, 'Adiós muchachos' (1999), un ensayo híbrido de narración y crónica, fundamental para conocer la deriva del sandinismo", afirma San José.

En su obra, nacida de las entrañas mismas de la realidad, Ramírez ficcionaliza frecuentemente a personajes reales. "Pese a esto, pese a su gran conocimiento de la historia y su compromiso político, siempre supo guardar un idealismo profundo y una valentía fundamental", sostiene San José. Si el realismo lo acerca a Del Paso, este compromiso político conecta la obra de Ramírez con la de otros autores hispanoamericanos. "Aunque en el estilo se parezcan poco, comparte con Rubén Darío la valentía de hacer siempre revolucionaria su obra", concluye San José.

Rosa Montero

El fallo del premio "Cervantes" supone el broche de oro a una semana intensa para la literatura en español, con la concesión de diversos galardones. Entre ellos, destaca el Premio Nacional de las Letras Españolas 2017, que recibió la escritora y periodista Rosa Montero. "Que te den este premio es como que te digan que lo que haces tiene sentido, es como la sensación de llegar a casa", afirmó la escritora a "Europa Press!, tras recibir, "con una sorpresa enorme", el anuncio del galardón.