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Crítica

Amigas para siempre

Amigas para siempre

Como en la admirable "Ricas y famosas" de George Cukor, El futuro que viene sigue los pasos de dos amigas desde que son unas adolescentes hasta que alcanzan la (presunta) madurez. Con sus peleas, sus separaciones, sus fracasos, sus vaivenes emocionales. Siempre dispuestas a perdonarse aunque pasen años y pesen los reproches. Lo más sorprendente de la película de Novik es que prescinde de las sorpresas en su retrato de dos personas tan distintas que no se permiten ser distantes. Hechas para bailar juntas (primera escena, reveladora en su arranque borroso) aunque lleven ritmos diferentes. Construida sobre lugares comunes de las historias que desgranan un aprendizaje vital (primeros escarceos amorosos, la maternidad con sus luces y sombras, las frustraciones profesionales, los chascos sentimentales, el duelo por las pérdidas de seres queridos...), la película fija a sus dos protagonistas en momentos que definen a la perfección su estadio de sitio vital. Cimentada a partir de dos interpretaciones veraces y muy sentidas de Dolores Fonzi y Pilar Gamboa, bien arropadas por un buen plantel de secundarios, El futuro que viene habla de cosas importantes a media voz, con un inteligente equilibrio entre humor y drama, bien pertrechada con diálogos punzantes en su sencillez y con un puñado de escenas irresistibles, sobremanera la discusión telefónica con un novio mientras un bebé llora desconsoladamente, una entrecortada charla de ligoteo en la barra o ese momento genial que saca del plano a las amigas dejando que el espectador imagine lo que una de ellas hará cuando vaya a encontrarse con un taxista a la espera.

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