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Creadores de sombras

Javier Gutiérrez.

El autor puede considerarse una comedia. De las que hielan la sonrisa en los labios. Y un drama, por qué no. De los que no lo aparentan pero que van dejando caer cargas de profundidad sobre el ser humano a ver si lo hunden. Su humor es trágico. Y gráfico. Su drama es cómico. Y cósmico. Nos atañe a todos, a todos nos involucra. Va de sueños aplazados sin descanso, de frustraciones pegajosas y (des)engaños sin cuento. El cuento de la vida, lleno de spoilers traicioneros.

También va de los entresijos de la creación, los vicios de los creadores y las virtudes testiculares de los criadores de ficciones. De imposturas rastreras y posturas arrastradas. Y de dignidad, siempre amenazada. Del poderoso influjo de los deseos corrompidos y la capacidad innata de algunas personas para manipular. Martín Cuenca pone sobre la mesa lo que hay que tener para convertir La ventana indiscreta en un zarpazo buñueliano en el que las palabras vuelan como dagas y las imágenes cuelan la sátira para acercarla al más puro y maduro melodrama existencialista. El resultado es extraordinario, y seguramente no lo sería tanto y con tanta firmeza de no contar con una interpretación insuperable del asturiano Javier Gutiérrez. En una película en la que las palabras son capaces de enhebrarse con la aguja de las imágenes con destreza alucinante, el trabajo del mejor actor español de la actualidad se vuelve esencial, insustituible, profundamente preciso. No deja de ser curioso y revelador que una película titulada El autor sea, a la vez, un ejemplo de cómo un actor es, al mismo tiempo, coautor de la misma en la medida en que la enriquece, potencia y ennoblece con su trabajo creativo. Con un par.

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