Simulaciones con observaciones de satélite procesadas por el Centro Goddard de la NASA han rastreado las partículas que transporta el viento para, literalmente, ver la dinámica de la atmósfera.

Diminutas partículas de aerosol como el humo, el polvo y la sal del mar se mueven por el aire a lo largo de todo el planeta, lo que hace visibles los patrones del clima y otros procesos físicos normalmente invisibles.

Esta visualización utiliza datos de los satélites de la NASA, combinados con modelos matemáticos en una simulación por computadora que permite a los científicos estudiar los procesos físicos en nuestra atmósfera.

Al seguir la sal del mar que se evapora del océano, se pueden ver las tormentas de la temporada de huracanes de 2017. Durante el mismo periodo, grandes incendios en el noroeste del Pacífico liberaron humo a la atmósfera.

Los grandes patrones climáticos pueden transportar estas partículas a grandes distancias: a principios de septiembre, se puede ver una línea de humo desde Oregón y Washington, bajando por las Grandes Llanuras, atravesando el sur y atravesando el Atlántico hasta Inglaterra.

El polvo del Sahara también se ve atrapado en los sistemas de tormentas y se traslada de África a las Américas. A diferencia de la sal marina, sin embargo, el polvo se elimina del centro de las tormentas. Las partículas de polvo son absorbidas por las gotas de las nubes y luego se lavan cuando llueve.

Los avances en la velocidad de la computación permiten a los científicos incluir más detalles de estos procesos físicos en sus simulaciones de cómo los aerosoles interactúan con los sistemas de tormentas.