El escritor chileno Jorge Edwards, quien clausuró la Feria del Libro de Miami (EE.UU.), asegura que la novela "Persona non grata", que escribió en 1971 tras ser expulsado de Cuba, le persigue como una "sombra" y le ha hecho mucho daño en el sentido literario.

"Yo he escrito muchos otros libros y durante años he sido el autor de uno solo", lamenta Edwards en una entrevista con Efe en Miami y acabado de llegar de Madrid, donde pasa largas temporadas.

"La gente se me ha acercado siempre diciendo: 'Leí tu libro'. Y yo les preguntaba: '¿Cuál?'. Pero hace más o menos 8 años empezaron a leerse otras cosas mías", aclara Edwards.

En ese sentido, el lúcido autor de 86 años señala a modo de ejemplo sus obras "El origen del mundo", "El inútil de la familia" o su más reciente novela, "La última hermana", "que ya va por su segunda edición y se va vendiendo aun siendo un libro caro", dice.

Precisamente, en la última jornada de la trigésimo cuarta edición de la cita literaria de Miami Edwards presenta esta ficción, editada por Acantilado, así como el libro de ensayos y crónicas "Prosas infiltradas" (Reino de Cordelia, 2017).

"La última hermana", que narra la vida en París de una parienta lejana del autor a la que él nunca conoció pero sí investigó, fue escrita durante cuatros años, los mismos en los que Edwards fue embajador chileno en Francia, entre 2010 y 2014.

"Tiene que ver mucho con Chile, con Francia, con la guerra y con los nazis", resume el literato sobre esta publicación que narra la historia de María, "una mujer de origen chileno sofisticada, alegre y superficial", que asiste atónita a la ocupación alemana de París y salva de la muerte a decenas de niños, hijos de judíos que eran llevados a campos de concentración.

Inspirada en una historia real, María era enfermera, el libro lo escribió en unas jornadas muy mañaneras y grises de París, "entre 6 y 9 de la mañana", que Edwards aprovechaba al máximo antes de dedicarse a su labor de embajador.

Mientras que "Prosas infiltradas" contiene ensayos y crónicas de distintas épocas, producto de una selección hecha por el propio escritor, algunas de las cuales fueron publicadas en revistas y diarios, pero no en un libro.

"El editor puso a Fidel en la portada. Le dije: 'Este no es un libro sobre Fidel Castro y esta tapa engaña'. Casi me peleé con mi editor, que es mi amigo", explica Edwards.

"Aquí hay 22 ensayos y de ellos hay uno sobre Fidel y otro después de la muerte de Fidel. El balance no corresponde y la tapa desorienta", agrega.

"Escribí una especie de balance del personaje, pero en este libro hay ensayos sobre Freud, sobre el Quijote, sobre Machado de Assis, que fue un escritor brasileño que me gusta mucho y sobre muchos otros", desgrana.

"Lo que pasa es que Fidel vende, tanto que hasta después de muerto el hombre sigue molestando", suelta de pronto.

Este sobreviviente de la intelectualidad latinoamericana que destacó en los años setenta, criticó a la entonces "intocable" revolución cubana mientras ejercía de encargado de negocios en la Embajada de Chile en la isla.

"No pienso demasiado, primero escribo, me dejo llevar por la escritura, y, claro, los libros se escriben para publicarlos, y ahí es donde vienen los palos", reconoce.

"Yo creo que la historia me absuelve a mí y no a Fidel Castro", agrega con una sonrisa.

Asegura que ya está "muy mayor para regresar a Cuba" y que comprobar si continúa siendo una persona "non grata" en la isla no es algo que le quite el sueño.

Su próxima novela, ya escrita con el título de "Oh, Maligna" pero "reposando" a la espera de una revisión final, rescata pasajes inéditos de la vida de su compatriota, colega y amigo Pablo Neruda.

"No aparece el Neruda que todo el mundo conoce. No es el Neruda comunista, sino uno joven anarquista, extremadamente liberal y que va enviado como cónsul del Gobierno chileno al extremo oriente, a Birmania", donde se enamora de Josie Bliss, una birmana que aparece en su poesía, explica.

"Reconstruí esa historia real como una ficción. Hice episodios de la vida posterior de Neruda que se relacionan con eso, con su recuerdo del oriente, con la poesía surrealista que hacía entonces", revela Edwards sobre esta obra, escrita "fuera de la diplomacia" y en una casa de campo en Santander.