Es uno de esos cineastas con los que es imposible la indiferencia. Sus películas son sólidas declaraciones a partir de una singular estética visual. Quienes lo elogian, lo hacen hasta la hipérbole. Y sucede lo mismo con sus detractores, que rechazan el énfasis de inspiración barroca. Eugène Green , que nació en Nueva York (1947) pero que ha hecho suya la cultura europea y especialmente la francesa (ha dicho que nació de nuevo en 1968, cuando se instaló en Francia), hizo ayer una defensa de los grandes acervos culturales: "Me interesa el pasado para hallar soluciones a temas actuales; pese a ese interés, no he hecho obras de época".

Eugène Green, que se ha referido en alguna ocasión a su país de origen, Estados Unidos, como Barbaria, ha elegido Gijón para el estreno mundial de su último película, "En attendant les barbares". Una deferencia, si se tiene en cuenta que suele estrenar en Cannes, Berlín o Locarno. Una decisión que justificó por sus relaciones con los nuevos responsables del FICX, al que vuelve por tercera vez. El festival le dedicó una restrospectiva hace cinco años y en el certamen estrenó, en 2011, "La religiosa portuguesa".

El cineasta y escritor, emparentado para algunos estudiosos con Robert Bresson, explicó la génesis de su última película. Se rodó en Toulouse a partir de un taller con actores. De treinta y seis, eligió doce (algunos de ellos lo acompañarron ayer): "Nunca había trabajado con ellos y el resultado es milagroso; estoy muy contento". La película, donde la palabra alcanza al igual que en el teatro una importancia radical, integra notables elementos de la cultura occitana, desde pintura de Tournier a un texto artúrico de Jaufré que le da pie para introducir parlamentos en octosílabos.

"La palabra es algo esencial en mis últimos trabajos; la palabra en el cine es un medio para liberar energía y vehicular esa relación con la cultura del pasado", hizo resaltar el director. Éste, que habla francés, italiano o portugués (está en sus filmes), es crítico con el papanatismo universal hacia el inglés. En "Attendant les barbares" (cómo no recordar el poema de Kavafis) prolonga su crítica a una nueva barbarie en la que, por ejemplo, "hay una dominación del hombre por las máquinas". En su filme, el mago obliga a quienes buscan refugio a dejar en una cesta sus dispositivos tecnológicos móviles de última generación.

En tiempos de apoteosis de la imagen, Eugène Green parece querer ir a contracorriente con un cine en el que el trabajo actoral se orienta a decir bien las palabras: "Para mí es algo existencial".