Pensó que si se comportaba como un hombre y se mimetizaba con ellos podría hacer lo que quisiera, y le salió bien. Pese a la censura y las restricciones por ser mujer, Cecilia Mangini (Mola di Bari, 1927), pionera del documental italiano, asegura a Efe que siempre ha hecho un cine libre de ataduras.

Lo curioso, para una directora que denunció las secuelas del fascismo en "All'armi, siam fascisti" (1962), codirigido con su marido Lino del Fra, es que al régimen de Mussolini le debe la idea que le dio el pasaporte a la libertad.

"La Iglesia ha perjudicado más a la mujer que el fascismo", sostiene la directora, colaboradora de Pasolini, y que anoche recibió el premio honorífico del Festival de Cine Italiano de Madrid, por una trayectoria en la que ha mostrado "una Italia dividida entre el 'boom' económico y las contradicciones sociales".

Mangini, con los 90 cumplidos, recuerda que cuando Mussolini creó las juventudes fascistas, impuso el mismo uniforme para chicos y chicas. Más preocupado que nada por que los jóvenes hicieran apología del régimen, el dictador dio "un pequeño paso adelante" por la igualdad.

La madre de Mangini, aristócrata y tradicional, se negó a comprarle el atuendo reglamentario. Las autoridades le amenazaron por ello pero, contra lo que pueda parecer, el gesto no tuvo nada de revolucionario. "Tenía miedo de que me fuera de casa, en lugar de dedicarme a las tareas del hogar que eran propias de las mujeres en la época", dice su hija.

"Mi madre no era revolucionaria, era monárquica, y si estaba en contra de Mussolini no era por ser antifascista, sino porque consideraba que el hijo de un herrero, sin estudios, no podía ser primer ministro", aclara.

Sin embargo, con la victoria electoral de la Democracia Cristiana en 1946, prosigue, la Iglesia impuso su modelo: "la mujer debía ser un ángel del hogar, no inmiscuirse en política y rendir continua pleitesía al hombre", ha subrayado.

Fotógrafa antes que cineasta, a Mangini ya en aquella época le interesaba el trabajo de calle, un terreno vetado para ellas. Pensó en los uniformes y así se le ocurrió la idea de hacerse pasar por un hombre.

"Llevaba pantalones, cuando nadie los llevaba, leía, opinaba sobre la actualidad, fumaba en la calle. Me salté todas las reglas y conseguí que me trataran como uno más", afirma.

La oportunidad de hacer cine le llegó gracias a un productor que le propuso filmar un documental inspirado en "Los chicos del arroyo", la primera novela de Pasolini.

La película se llamó "Ignoti alla citá" (1958) y trasladaba a la pantalla la mirada poética del escritor e intelectual italiano y su preocupación por la periferia y el mundo marginal.

El gobierno de la época, que "odiaba a los homosexuales" y persiguió sin tregua a Pasolini, censuró el documental con el argumento de que incitaba a la delincuencia, agarrándose a un plano en el que aparecían unos chicos robando un cuenco con dinero.

Ni corta ni perezosa, Mangini se presentó en el ministerio ante el funcionario de turno. "Le dije que la incitación al delito es un delito en sí, y que tendrían que denunciarme ante los tribunales. Finalmente se echaron atrás y la película pudo difundirse", relata.

Pasolini y Mangini volvieron a colaborar en "Stendalì" (1951) y "La canta delle marane" (1961). "Era un hombre muy dulce y afectuoso, inteligente y extraordinariamente vital", señala la cineasta, que ha abordado en sus películas temas como la discriminación de la mujer, las condiciones de vida de los campesinos y las de los obreros en las fábricas.

"Hablar de los marginados supone siempre acusar al Gobierno", dice, "y especialmente en aquella época en que se quería vender la imagen de una Italia en pleno desarrollo".

En este sentido, dice que le marcó la lectura de la novela autobiográfica de Carlo Levi "Cristo se detuvo en Eboli" (1945), que describía la situación "desesperada" del sur Italia, una región muy deprimida a la que ella también ha trasladado a menudo su cámara.

Sus películas apenas han sido distribuidas fuera de Italia, por lo que Magnini se muestra enormemente agradecida a la labor de los institutos italianos de cultura en el exterior. "Hacen una labor extraordinaria por proteger y difundir la cultura italiana. Por favor, esto ponlo".