"Era un mal operario", recuerda Stanislav Shushkévich, el primer líder de la Bielorrusia independiente, sobre Lee Harvey Oswald, al que dio clases de ruso en Minsk en 1960 y al que considera "incapaz" de matar a John F. Kennedy.

"No creo que él fuera capaz de matar a Kennedy. No era esa clase de persona. Cuando escuché por la radio en la fábrica que lo acusaban de asesinar al presidente de Estados Unidos pensé que hablaban de otra persona", aseguró a Efe.

Shushkévich, que ejerció de jefe de Estado de Bielorrusia al presidir el Parlamento (1991-1994) y fue uno de los firmantes del acuerdo que llevó a la defunción de la URSS en 1991, incluso viajó a Dallas para ver el lugar del famoso magnicidio.

"Estoy convencido de que fue un crimen de Estado perpetrado por la mafia o una organización criminal. A las autoridades norteamericanas les convenía vender la historia de que era un asesino en solitario", afirma.

El actual opositor bielorruso considera "incorrecta" la conclusión a la que llegó en su momento la Comisión Warren, que responsabilizó exclusivamente del sonado crimen al antiguo marine.

Conoció a Oswald no de manera voluntaria, sino impuesta, ya que fue elegido junto a otro colega, Alexandr Rubenchik, como el encargado de instruir al nuevo trabajador de una fábrica de aparatos de radio y televisión en Minsk.

"Se me acercó el jefe del partido en la fábrica y me dijo que había que instruir a un americano. Había que mejorar su ruso. Yo hablaba poco inglés, pero Oswald dominaba el ruso bastante bien, así que podíamos comunicarnos", señala.

Shushkévich, que entonces tenía 25 años, se reunió con Oswald, de 20, una decena de veces al final de la jornada laboral en el laboratorio de la fábrica, tras lo que sólo se encontró con él en contadas ocasiones.

"Hablamos, pero nunca estuve a solas con él. Además, me prohibieron expresamente hacerle preguntas personales. Eran los tiempos en que vivíamos", señala.

Le sorprendió que lo eligieran a él, una persona que no era miembro del partido, como profesor de un extranjero, pero aceptó de buena gana.

Con todo, sus conversaciones siempre fueron estrictamente profesionales y no se atrevió nunca a indagar sobre sus gustos o conocer su opinión sobre la URSS, el comunismo o por qué desertó de EEUU.

Admite que intentaba que sus receptores no pasaran por las manos de Oswald, ya que todos lo consideraban un "mal ajustador".

"No tenía cualificación. Después se casó con Marina Prusakova", una enfermera dos años más joven que él que reside aún en Estados Unidos, rememora.

Con el tiempo, se dio cuenta de que él fue una de las escasas personas que tuvo contacto con Oswald en sus "primeros" días en Minsk, adonde fue enviado por el Comité de Seguridad del Estado (KGB) soviético en enero de 1960.

"Cuando nos enteramos de su detención y posterior muerte no nos lo creíamos. Sólo después entendimos que era el hombre al que habíamos dado clases de ruso", señala.

Entonces, Shushkévich ya trabajaba en la universidad y tras hacerse pública la noticia fue objeto de numerosas bromas por parte de sus colegas.

"¿Cómo que aún no te han detenido?", recuerda entre risas los comentarios.

Además, cree que los documentos y archivos secretos sobre el asesinato de Kennedy recientemente desclasificados por el presidente norteamericano, Donald Trump, "no han aportado nada nuevo".

Al igual que Shushkévich, sus vecinos y las personas que conocieron a Oswald durante su estancia en Minsk le recuerdan como una persona agradable y sin carácter, incapaz de matar a Kennedy, según cuenta el periodista Alexandr Lukashuk en el libro "El rastro de la mariposa".

Oswald llegó a Moscú procedente de Helsinki un 16 de octubre de 1959, se hospedó en el hotel Berlín y, casi de inmediato, informó a la embajada norteamericana en la capital soviética de que quería renunciar a la nacionalidad estadounidense.

El KGB creía que Oswald era el protagonista de un experimento con el que la CIA quería poner a prueba la permeabilidad de la sociedad soviética, por lo que le dieron un visado de un año y le enviaron a Bielorrusia, una república completamente aislada del mundo exterior.

Oswald se decepcionó pronto y, aunque no lo tuvo fácil para abandonar el paraíso comunista, la embajada estadounidense le permitió volver a su patria tras más de un año de espera en junio de 1962.

Supuestamente, Oswald disparó contra Kennedy el 22 de noviembre de 1963 y tan solo dos días después, hace hoy exactamente 54 años, fue asesinado por Jack Ruby.