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Devoralibros

Cuidado: esta novela crea adicción

Karin Slaughter vuelve a demostrar su talento para mantener en vilo al lector con "La buena hija"

Harper Collins, 512 páginas, 19,90 euros

Samantha Quinn sentía dentro de las piernas el aguijoneo de un millar de avispas mientras corría por el largo y desolado camino que llevaba a la granja.

Dejemos que sea Karin Slaughter la que lance algunas pistas sobre La buena hija: "Decidí escribir sobre una familia de abogados (sí, ya sé, ¿cómo es que no los asesiné en la primera página?). Al principio dudé un poco sobre si escribir otra historia protagonizada por dos hermanas, porque no quiero que se me encasille como esa señora que escribe 'historias de hermanas' (un título estupendo para un programa de televisión amish, por cierto), pero tengo dos hermanas mayores, así que sé lo que es eso y, además, escribo sobre asesinatos en todos mis libros y nadie me considera una asesina (aunque entiendo que, apellidándome Slaughter (matanza), alguien pueda tener sus dudas al respecto)". Humor no le falta a esta escritora especializada en poner los ojos de punta a los lectores. Y que levante la mano quien no sintió más de un escalofrío leyendo hace unos meses La mujer oculta.

Veamos: entran en escena dos niñas. A modo de preámbulo. Siempre es importante cruzar el umbral del suspense con un golpe bajo. Inocencia en peligro, siempre tan presente en la obra de la autora. Entran a la fuerza en un bosque. Encañonadas. La espesura, el miedo latente, lo desconocido latiendo a pocos pasos. Muy de Slaughter también. Una de ellas corre. Corre y corre para salvar la vida. La otra no. La otra se queda atrás.

Drama a bocajarro.

Veintiocho años atrás Charlotte y Samantha Quinn, de trece y quince años, sufrieron en sus propias carnes el mordisco del horror. Su madre fue asesinada. Su padre, reputado abogado y uno de los mejores penalistas del estado empeñado en defender a quien nadie lo hace, quedó devastado. Una familia hecha pedazos. Y muchos secretos retorciéndose entre los jirones del sufrimiento. Charlie es ahora una abogada. Como su padre. Una hija perfecta. Otra tragedia sacude la localidad y Charlie se encuentra de nuevo cautiva de un suceso desolador. Llega la primera al escenario del crimen y el calambrazo emocional sacude su memoria hasta extremos insospechados. Los recuerdos, esos enemigos implacables de quienes no han logrado enterrarlos del todo. Y la verdad oculta durante años, esa misma verdad que arruinó su familia, pide paso.

Slaughter (Georgia, 1971) es una autora que domina su oficio a la perfección. Tiene una habilidad notable para construir unas tramas llenas de aristas en la que un giro inesperado puede darle un vuelco a la historia cuando menos te lo esperas. Pero no son giros de guión caprichosos y manipuladores: están armoniosamente colocados para que resulten creíbles. Y eso se consigue no solo gracias a la honestidad de la autora hacia los lectores, respetando su inteligencia, sino también por el preciso dibujo de los personajes, sean principales o secundarios. Especialmente, los femeninos. La identificación es rápida y sencilla, y la información va añadiendo datos nuevos y significativos sin prisas ni pausas. Sin despreciar un realismo inquietante a la hora de describir los momentos más escabrosos, Slaughter combina los desgarros del horror con las penas que arrastran sus personajes. Una novela que obliga a pasar páginas sin mirar la hora.

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