La escritora Belén Gopegui (Madrid, 1963) presenta este viernes, 1 de diciembre, en El Manglar (c/ Martínez Vigil 14, Oviedo), su nueva novela: "Quédate este día y esta noche conmigo". Una obra singular, articulada como una solicitud de trabajo, en la que se reflexiona sobre las relaciones humanas y el peso de un mundo digital que está fuera de nuestro control. "Es la historia de un chico de 22 años, de un barrio periférico, que entabla amistad con una mujer de sesenta, matemática y empresaria. Y ambos deciden escribir una solicitud de trabajo a Google, rompiendo su código de formularios", explica la escritora, en conversación con LA NUEVA ESPAÑA.

A partir de esta relación, de la conversación entre los dos personajes, emerge la preponderancia de ese mundo digital. "Internet atraviesa nuestras vidas, es un poco extraño que no aparezca más en las novelas: forma parte del paisaje. Pero no es un paisaje neutral, sino que está mediado por empresas", reflexiona Gopegui.

El influjo de la temática lleva inexorablemente la conversación hacia el ámbito digital, aunque ese es sólo uno de los aspectos sobre los que profundiza la novela. "Internet está cambiando nuestros hábitos, pero no es la sociedad la que está cambiando, sino lo intereses de unas empresas que nos hacen que cambien. Y creo que todo este fenómeno debería formar parte de nuestras preocupaciones políticas: si mañana suprimen los trenes para que todos cogiéramos el coche, afectaría a nuestra forma de vida y no aceptaríamos que esa decisión la tomara una empresa de Estados Unidos. Tenemos que pensar en cómo podría ser mejor la red, en qué querríamos eliminar, y que esto no quede en manos del sector privado o de unos gobiernos que ahora trabajan para el sector privado", sostiene Gopegui.

La escritora reconoce tener cierta prevención a la hora de utilizar las redes sociales: "tengo cuentas que me permiten ir observando, pero no emito". En gran medida, por la consciencia de los peligros asociados a esos entornos: "En esas charlas que dan en los colegios públicos les suelen decir a los padres que darles un móvil a los críos es como poner un BMW en las manos de un niño o una niña de 13 años. El problema es que nosotros no somos tan distintos a los adolescentes. Nos han puesto este BMW sin tiempo para reflexionar, ni siquiera miramos los términos de los contratos. Y encima son monopolios: no hay una red como Twitter pero más tranquila. Así que, o desaparece, o participas según las reglas que te han marcado".