Un arqueólogo que sube al Aramo para investigar los restos neolíticos de sus cuevas. Un grupo de niños que estudia tonada asturiana. Unos jubilados que rehabilitan una mina con útiles y técnicas tradicionales. El hallazgo de un archivo fotográfico que reconstruye la historia del valle minero del Turón. Estas son las cuatro historias cruzadas que componen "In Memoriam", la nueva película documental de Marcos M. Merino, el director de "ReMine, el último movimiento obrero". Un filme que, en palabras de su director, "nace de la necesidad de reivindicar la memoria diferenciadora de Asturias".

El proyecto acaba de recibir una ayuda de 8.500 euros, dentro del programa de ayudas de Laboral Cinemateca para películas de no ficción. Pero Merino lleva ya 16 meses de trabajo y más de cien horas de material grabado al que ahora debe dar forma en la mesa de montaje.

"Cuando empezamos no teníamos un relato previo, sólo buscamos unos personajes que representaran las sensaciones que queríamos contar, que nos permitieran hablar de esa memoria diferenciadora de Asturias", explica Merino, que al igual que en anteriores aventuras cinematográficas cuenta con la complicidad de Marta F. Crestelo, coguionista y productora de todos sus filmes.

La búsqueda de esos personajes les llevó primero a la Universidad de Oviedo, donde conocieron el trabajo del arqueólogo Miguel Ángel de Blas. "Queríamos reflejar el trabajo desde el academicismo por mantener una memoria antes de que desaparezca. Pero en De Blas encontramos algo más, una historia de un hombre que lleva treinta años investigando esa cueva neolítica del Aramo, con una importante repercusión científica pero que es poco conocido en Asturias", sostiene Merino.

Más sorprendente aún fue para el cineasta descubrir a los alumnos de tonada de Anabel Santiago. "Estuvimos yendo a clase dos meses con ellos, viendo como interpretaban una música que en la sociedad se denosta mucho, que se asocia con el envejecimiento. Pero es que esos niños cantan las canciones que cantaban sus abuelos en los chigres, y lo estudian con un rigor absoluto, de interpretación clásica", afirma Merino.

La tercera historia que se imbrica en el documental es la de un grupo de mineros jubilados que rehabilitan una mina siguiendo las técnicas del siglo XIX. "Están recuperando la bocamina y un cementerio protestante, pero además utilizan casi una lengua muerta, el asturiano de la mina", explica Merino, que estuvo siguiendo los trabajos del grupo durante tres meses.

Con el rodaje ya muy avanzado, y en plena búsqueda de financiación para acometer el montaje, afloró el archivo del fotógrafo José Muñiz, y se dio la oportunidad de integrarlo en la película. "Es un hallazgo que nos permite vertebrar la película, que le da sentido a todo, porque nos permite reconstruir la historia del Valle de Turón, a través de los retratos de sus ciudadanos sacados durante cincuenta años", sostiene Merino, que prevé tener un primer montaje del filme para la primavera.