Hace un año y medio me hablaron por primera vez de Blablacar. Había escuchado opiniones a favor y en contra de este servicio de la llamada "economía compartida" pero no podía decir que lo conociese de primera mano. Lo típico: alguna llamada de un oyente de la radio, algún amigo que se vino de puente "en Blabla" pero todo ideas lejanas y contadas por segundas personas. Al principio llegué incluso a dudar de la fiabilidad de este sistema. ¿Meter a gente desconocida en mi coche? No me fío. Pero poco a poco las noticias que salían sobre la economía compartida (y los datos de usuarios que este tipo de plataformas registraban en Asturias) me hizo cambiar de idea. Lo que empezó como una tímida pregunta (el clásico ¿por qué no probarlo?) acabó con una inscripción en la página web.

La primera vez fue un fracaso. Yo no tenía opiniones. Nadie había viajado conmigo y por tanto nadie podía decir si yo era buen o mal conductor. Ahí ayudó (sí, lo reconozco), tener amigos que ya habían utilizado la plataforma. Ellos me dejaron mis dos primeras opiniones. Pero tampoco bastó con su "genial". La primera chica que había reservado para viajar conmigo desde Oviedo hasta Madrid me dejó tirado. Lo hizo, eso sí, diez horas antes del viaje por lo que tuvo que, al menos, pagarme la mitad del billete: unos 12 euros . Mira tan mal no me había salido: ya tenía para pasar el Huerna. Lo malo, eso sí, es que iba a tener que hacer sólo (otra vez) el camino hasta la capital.

Viajo habitualmente hasta Castilla la Mancha así que no tardé mucho en tener una segunda experiencia. Y fue mejor (mucho mejor) que la primera. Un profesor de filosofía de un instituto de Gijón, una dobladora (que casualmente ya conocía de la universidad) y una extranjera que se había recorrido todo el norte de España. Ellos fueron mis primeros compañeros oficiales y también los que animaron a continuar. Fijaros si lo hicieron bien que ya llevo casi medio centenar de viajes en los que he llevado policías, agentes inmobiliarios, amas de casa, militares, periodistas, estudiantes, psiquiatras, enfermeros y hasta pilotos. Nunca hubiera imaginado que toda esa gente tan diversa y con circunstancias tan diferentes cupieran en una misma plataforma. Hasta recuerdo uno de los viajes más simpáticos.

Era de Gijón a Madrid. Eran las 8 de la mañana de un sábado y en la avenida de El Llano me esperaban un policía y un músico callejero. "Esto va a ser como un chiste porque tú eres policía y yo gitano", dijo el segundo de los protagonistas de esta historia. El viaje fue para enmarcar. Cuatro horas de debates (y de risas) que me demostraron que, además de compartir gastos, la economía colaborativa permite experimentos psicológicos de primer nivel.

Personalmente yo no he tenido ninguna experiencia negativa. Pero claro, de todo te hablan. "Todavía recuerdo un señor que fue todo el camino hablándome de lo bien que se vivía con Franco hasta que no pude más y le dije que me dejara en una gasolinera de Burgos", me confesó una vez un chico que llevaba dos años sin utilizar Blablacar por el mal trago que había pasado. "Al final denuncié y la plataforma me puso un tren a Madrid y otro a Valencia que era mi destino final", recordó. Al menos la historia tuvo un final feliz.

Con especial cariño recuerdo también a una mujer de 67 años alto cargo de un ministerio de la que, por discreción, no daré más datos. "¿Te sorprender ver a una mujer tan mayor aquí e?", me dijo nada más subir al coche. "Hombre€ no lo voy a negar", le respondí. "Una vez estaba escuchando la radio y un escritor de 70 años dijo que había utilizado el servicio y pensé que si él lo había hecho€ yo también podía", me confesó. Al viaje se unió un joven opositor a educación infantil. La estampa la completaba yo, un periodista, así que hicimos lo que nosotros mismos denominamos un "viaje de letras" en el que destripamos lo divino y lo humano. Eso fue apenas una semana antes de viajar con dos psiquiatras y un enfermero. Ahí era más un viaje "de ciencias".

Y el resto€ historias que te cuentan. Una amiga que se casó con un chico que conoció a través de la plataforma, otro que acabó haciendo una prueba de voz en otro coche porque coincidió con una directora de casting€ Y las historias de los que llevan años utilizándolo. "Antes se pagaba en mano. Ahora Blablacar es lleva comisión pero es más seguro. Haces la reserva y si haces el viaje no tienes que decir nada, llega el dinero sólo", me cuentan. En resumen: todo un mundo de experiencias del que, a buen seguro, saldrá algún que otro reportaje.