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La Espuma De Las Horas

Cuando Lady Day le susurró a Waldron

Quince años después de la muerte del pianista compañero de Holiday, belleza y devastación persiguen a "Left Alone"

Billie Holiday y Mal Waldron.

Aún conmovido por la muerte de Billie Holiday, Frank O'Hara, poeta y músico, cofundador con John Ashbery y Kenneth Koch, de la Escuela de Nueva York, escribió en julio de 1959 un poema, "The Day Lady Died", en el que la recuerda susurrándole una canción encima justo del teclado a Mal Waldron. "Se nos cortó a todos la respiración". Pocas veces en la historia de la música ha trascendido una conversación tan íntima entre dos intérpretes. Poder escucharla, venía a decir O'Hara, era sentirse un espía de los sentimientos.

Waldron la tenía mucho afecto a Holiday. Algo más que eso, veneración. La acompañó desde 1957 hasta su muerte dos años después, pero jamás dejaría de evocarla en las cuatro décadas que sobrevivió a la gran dama del blues. La ayudó a escribir la balada autobiográfica "Left Alone", un relato de desolación romántica que nunca tuvo la oportunidad de grabar con ella. Conocía su adicción a las drogas, pero, como él mismo dijo, Lady Day tenía mucho que olvidar, y su deuda con la cantante era incalculable. Le había enseñado la importancia de las letras en una canción: las palabras, igual que las notas, podían prestarse a la improvisación musical. Por eso escuchar a Waldron es sentirse como si te estuviera hablando.

Tenía 33 años cuando Lady Day murió. Viviría otros 44, convertido para muchos en su acompañante eterno. Con frecuencia grababa sus canciones, jamás se cansó de hablar de su amistad en las entrevistas que concedía e insistía en que si se hubiera mudado a Europa, como él, habría tenido una vida mucho más larga. La devoción de Waldron a su memoria reflejaba no sólo su amor, sino también el reconocimiento por haberle dado una segunda oportunidad de vivir. Cuatro años después de la muerte de su compañera, sobrevivió a un colapso nervioso, casi fatal, tras una sobredosis de heroína. Celebrñó su supervivencia como si se tratase de un renacimiento, pero también se quedó con una sensación amarga de lo frágil que resulta la vida.

Tras perder a Holiday, Waldron la homenajeó grabando "Left Alone". No la he oído una sola vez sin imaginarla cantándola. Se trata de una de las piezas más hermosas del jazz. Escucharlo en el piano y al saxofonista Jackie McLean es el resultado glorioso de la suma de la devastación y de la belleza del recuerdo. Habrá merecido la pena escribir estas líneas con que sólo uno de sus lectores se tome la molestia de reproducirla, ahora que acaban de cumplirse quince años de la muerte del gran pianista y compositor.

Sin Holiday, Waldron dejó una etapa para entrar en la suya. Tocó en el Five Spot con una de las bandas más excitantes de la década de los sesenta, el quinteto dirigido por Eric Dolphy y el trompetista Booker Little, con Ed Blackwell, del Ornette Coleman Quartet, en la batería, y el bajista Richard Davis. También contribuyó a algunos de los álbumes de jazz de los derechos civiles de Max Roach y su compañera, la cantante Abbey Lincoln. Escribió "Straight Ahead", una de las más grandes canciones de protesta de todos los tiempos: "Si tuvieses que usar las carreteras secundarias, no te llevarían a ninguna parte". Demostró sus dones como compositor en el álbum "The Quest" (1961), que exploró vals, baladas, bop, y la composición modal "Warm Canto", una joya en miniatura, con una exhibición de Dolphy en el clarinete y el trabajo de Ron Carter con el violonchelo. Con ella anticipaba los poemas de tono épico que vendrían en los años setenta. En "The Quest" desarrolló lo que la cantante Jeanne Lee llamó "forma orquestal de escuchar". Desde que oyó susurrar a Holiday, Waldron no hizo otra cosa que poner la oreja al servicio del jazz más lírico.

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