"Recibir un premio como el 'Asturiano del mes' es un honor, algo que se siente muy dentro por venir del lugar donde nací y crecí, y que me dio la base de lo que luego pude hacer. Pero también lo considero una oportunidad, y una responsabilidad, para inspirar a gente que puede hacer cosas más difíciles, con más riesgo, y animarles a que juntos trabajemos para aportar algo mejor a la sociedad". Así agradecía el astrofísico Bruno Sánchez-Andrade Nuño (Oviedo, 1981) la concesión del premio "Asturiano del mes" de julio por parte de LA NUEVA ESPAÑA. Un galardón que reconoce su visión sobre el uso social de las nuevas tecnologías, y que Sánchez-Andrade Nuño recogió ayer haciendo hincapié en la necesidad de que la ciencia no se limite a su vertiente académica o de investigación, sino que tenga un impacto efectivo sobre la sociedad.

"Intento buscar cuál es el mayor valor de la ciencia para la sociedad. Porque creo que, aparte de la investigación y de la función académica, la ciencia debe tener un impacto en la gente", reflexiona el astrofísico, que en la actualidad prepara un ensayo sobre la necesidad de que el conocimiento tenga una aplicación práctica y temprana. "Entre los ejemplos que pongo está el del sida: ¿cuánta gente murió desde que se empezaron a publicar 'papers', desde que se sabía lo que era, hasta que se empezaron a aplicar terapias? Pues fueron 6.000 personas", afirma.

Ese convencimiento fue el que le llevó primero a dejar la NASA para participar en el proyecto de la compañía de mapas Mapbox, que pasó de diez a cien empleados en un par de años, y después a dejar el Banco Mundial para recorrer el mundo conociendo a especialistas e iniciativas que tuviesen ese impacto social que él persigue. "Son decisiones difíciles de tomar. Cuando dejé la NASA me preguntaban qué estaba haciendo, porque era un buen puesto y tenía estabilidad. Con el Banco Mundial también. Pero creo que puedo ser más efectivo, en innovación y conciencia social, desde fuera de esas instituciones. Eso no quiere decir que en un futuro no pueda volver, pero entendí que me faltaba esa experiencia fuera", afirma el astrofísico, que acaba de ser nombrado socio de honor de la asociación "Compromiso Asturias XXI".

"Persigues tu sueño de manera concienzuda, con esa inquietud de querer que tus conocimientos reviertan en la sociedad. Y nos enseñas cómo la tecnología nos permite llevar soluciones sencillas a lugares donde la desigualdad campa a sus anchas", valoró Ángeles Rivero, directora de LA NUEVA ESPAÑA, que entregó al astrofísico los atributos del galardón -una primera página del diario personalizada, una caricatura de Pablo García y la estela diseñada por José Manuel Legazpi-. José Manuel Vaquero, consejero de Prensa Ibérica, grupo al que pertenece LA NUEVA ESPAÑA, y Melchor Fernández Díaz, que fue director del diario, estuvieron presentes en el acto de entrega.

Durante el último año, el asturiano ha recorrido el mundo, trabajando en iniciativas como una fábrica de avellanas en Bután. En octubre, el astrofísico se incorporó a Satellogic, una empresa de satélites de base argentina y con sede en Barcelona. Pero su futuro está aún por escribir: "No sé cuál es el destino, pero sí sé cuál es el norte. Tengo un compás y me guío por él", concluye.