A menor nivel educativo, menos interés por las actividades culturales. Así lo constata el informe "El consumo cultural: ¿cuestión de gusto o de precio?", un estudio realizado por los profesores del departamento de Economía de la Universidad de Oviedo Juan Prieto Rodríguez, María José Pérez Villadóniga y Sara Suárez Fernández y publicado por el Observatorio Social de "La Caixa", que remarca la conexión entre el nivel educativo de los españoles y su participación en espectáculos y actividades culturales. Una dinámica de la que está exento el cine: en este caso, el factor decisivo a la hora de acudir o no a las salas es el precio.

Los autores -que utilizan para el informe los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida en España 2015 del Instituto Nacional de Estadística- se centran en tres tipos de actividades culturales: los espectáculos en directo (como conciertos o teatro), las visitas a lugares de interés cultural (museos o monumentos) y el cine. A partir de esos datos, dividen a los encuestados en función de su formación y renta per cápita.

Al analizar los resultados relativos a la asistencia a espectáculos en directo y la visita a lugares de interés, los resultados son parejos: a más nivel educativo y más renta, más participación. Del mismo modo, las barreras a la participación son muy distintas en función de los estudios y la renta: entre las personas con más nivel educativo y más capacidad adquisitiva, el precio de las entradas y la escasez de la oferta cultural son las primeras causas para no asistir a esas actividades; entre las personas con menos nivel educativo o menor renta, la falta de interés es el factor determinante para no participar de esas actividades culturales. Una apatía que crece cuanto menor es el nivel educativo.

"El interés en la cultura y el nivel educativo son dos caras de la misma moneda. La gente que tiene un bajo nivel educativo no suele estar interesada en el teatro ni en la música clásica, y también está menos interesada que otros en la música popular y, probablemente, el cine. Educación e interés por la cultura van muy de la mano", explica Juan Prieto.

Pero en el caso del cine, la dinámica es distinta y es el precio el factor determinante para explicar la falta de participación entre las rentas más bajas. Una circunstancia a la que no es ajena la controversia en torno a la subida de trece puntos porcentuales del IVA al cine, hasta situarse en el 21%, y la resistencia del gobierno central de ponerlo a la altura de las otras actividades culturales.

La singularidad, y es algo en lo que el equipo está trabajando, es que la subida del precio es relativa: "Ir al cine, el precio medio de la entrada, es hoy más barato que antes de la subida del IVA, ya que la industria ha fortalecido las promociones como el Día del espectador o la Fiesta del cine para mitigar la subida. Pero si preguntas a la gente, enseguida te dice que es muy caro porque subió el IVA. Aunque también hay que tener en cuenta que al cine en Asturias va más gente que al Museo de Bellas Artes, que es gratis", señala Prieto.

A la hora de revertir estas tendencias, de buscar soluciones a la reducida participación del público en actividades culturales, Prieto señala distintas recetas en función del problema: "Si se trata de cuestiones económicas, como es el caso de cine, hay que incentivar la industria y subvencionar la actividad, cosas que sirvan para reducir el precio. Ahora bien, cuando hablamos de una baja participación por falta de interés, lo que hay que hacer es ayudar a formar los gustos culturales en el sistema educativo. Y eso no pasa por quitar las Humanidades del sistema, sino al revés", concluye.