Siento mucho decirlo, pero por cierto no es menos verdadero: LA NUEVA ESPAÑA ha perdido a uno de sus mejores profesionales, maestro de maestros a decir de muchos. Ha sido fatal la noticia de su muerte el pasado jueves, 11 de enero de 2018. Para decirlo todo, se puede afirmar que ha fallecido con las botas puestas y la pluma ágil que siempre le ha acompañado. A menos de un mes de su fallecimiento por su larga y penosa enfermedad, que supo resistir estoicamente, y tras su jubilación, seguía acudiendo a su despacho a alentar a sus muchachos redactores de la edición de Gijón y a completar sus secciones de "Fondo Norte", inseparablemente unida a su devoción sportinguista, y "La Esquina", donde de forma ingeniosa e irónica hacía su comentario sobre aspectos puntuales de nuestra ciudad.

He ahí un hombre sin ningún tipo de doblez. De gran cultura y bonhomía, profundamente cristiano, completo, exacto y perfecto como se corresponde con un hombre cabal, como así le definió Alberto Menéndez. Supo vivir la vida apasionadamente, tal como destilaba en sus comentarios futbolísticos, sin perder su punto de vista irónico ni sus mensajes siempre velados.

Excelente comunicador, daba sus puntos de vista, como profundo conocedor de las preocupaciones y sensibilidades de su entorno social, en general, y en relación con el Sporting, en particular.

Ya te voy a echar de menos en nuestro encuentro vecinal, bastante habitual, en la línea 10 de autobús, pero sobremanera en tus comentarios de "Fondo Norte", en los que de forma misteriosa hacías unas confidencias con "Esuperio" para finalizar con la "próxima parada, Capuchinos", sin resolver el enigma. Yo creo que ese enigma no habrá de ser tal, sino que mejor la próxima es en el "ayer, ahora y siempre", en el Cielo que te has ganado.