Por increíble que pueda parecer, nunca antes se había programado el drama lírico “Pelléas et Mélisande”, de Claude Debussy, en la Ópera de Oviedo. El francés René Koering (1940) desarrolla paralelamente su faceta compositiva con la dirección escénica. Este mes de enero se encuentra en Oviedo con el propósito de coordinar la puesta en escena de “Pelléas et Mélisande”, el último título de la actual temporada de la Ópera de Oviedo, que se estrenará el próximo día 28 y pondrá punto y seguido a esta edición el 3 de febrero. Uno de los grandes logros en la trayectoria de Koering es el haber creado el Festival de Música Radio France Occitanie en la ciudad francesa de Montpellier.

Su puesta en escena para “Pelléas et Mélisande” es actual, sucede hoy en día, y utiliza nuevamente el recurso de la proyección ya visto esta temporada en “Sigfrido”. En opinión de Koering, “hay un error fundamental sobre la ópera de ‘Pelléas et Mélisande’ ”. Aclara que “Maurice Maeterlinck es un poeta simbolista y Debussy es un compositor impresionista que quería trabajar con él a toda costa”. Continúa incidiendo en la reticencia del poeta, que terminó cediendo ante las insistencias de Debussy.

Asegura este director de escena que “Pelléas et Mélisande” es una ópera interesante por las preguntas sin resolver que plantea, como por ejemplo: ¿cuántos años tiene Mélisande, o el propio Pelléas?, ¿de dónde viene ella? “Yo sí sé de dónde viene”, añade Koering. “Puede tratarse de una de las mujeres de Barbazul que ha huido en bicicleta adentrándose en el bosque, y yo estimo que tendrá alrededor de cuarenta años”. Ella es la responsable de todo lo que sucede en la ópera, “y personajes como el de Barbazul los ha habido siempre y siguen existiendo hoy en día. En Hollywood podemos encontrarlo una vez más con el nombre de Weinstein”, señala Koering. Pelléas, por el contrario, es bastante más joven.

El personaje de Golaud, hermanastro de Pelléas, es quien encuentra a Mélisande en el bosque mientras cazaba, y ambos se casan. “Él es gentil en todo momento, pero ella siente un rechazo hacia él porque le recuerda demasiado a Barbazul; está traumatizada por su experiencia anterior”. Explica Koering que cuando Mélisande ve a Pelléas, “todo en ella cambia, es la primera vez que ve a un hombre tan diferente a Barbazul y eso genera en ella un interés tremendo”.

Koering no duda en apuntar que Mélisande es totalmente consciente del peligro que tiene su relación con Pelléas. “En el fondo ella sabe que va a ser un drama todo el desenlace y que se merece todo lo que le va a pasar, mientras que Pelléas es todo lo contrario, mucho más inocente. La de esta ópera no es una historia como la de Romeo y Julieta; nada que ver”.

Koering ha querido ver en esta ópera el personaje de Arkel como un mafioso “algo similar a un capo de la mafia siciliana, “que come solo, dejando a las mujeres aparte y tiene voluntad y poder suficiente como para manipular a su antojo a quienes le rodean”. Arkel también va a mostrar interés por Mélisande. Se le podría comparar con el personaje de Scarpia, en “Tosca”, según Koering, por ese halo oscuro que le rodea. “Antes de comenzar la música vemos en escena a Golaud con su fusil de caza en la boca y él se suicida”, asegura el escenógrafo y com­positor.

“Para mí es una historia descarnada, muy triste, la que sucede en esta ópera”, menciona Koering, para añadir que la otra historia que rodea su composición es cuanto menos curiosa en el sentido de que las diferencias que durante el proceso de escritura fueron surgiendo entre Debussy y Maeterlinck llevaron al propio poeta a renegar de su propia obra antes de que se estrenase. Esta polémica fue algo que se extendió como la pólvora en el París de comienzos del siglo XX.

En lo referente al pelo de Mélisande, uno de los símbolos más llamativos de este título, asegura Koering que “he querido darle todo el protagonismo que merece en esta puesta en escena, como un elemento erótico. He querido jugar con un velo azul y dorado, inspirándome en la imagen que se tiene del pelo en los países árabes”.

Además de los dos protagonistas, el personaje de Golaud es “tremendamente interesante por la dureza con la que trata a Mélisande, los celos que le corrompen, y la escena con su hijo pequeño, que es algo que tiene una enorme dificultad para ponerlo en escena”.

La producción que se verá en Oviedo es un trabajo procedente de la Ópera de Niza que anteriormente se pudo ver en Toulouse. Koering considera que “es algo normal” que un título tan conocido como éste haya tardado más de un siglo en poder verse en Oviedo. “Tampoco en Francia es una ópera demasiado popular, aunque sí se ve. El por qué es sencillo, simplemente se trata de una ópera francesa que además no cumple con los parámetros operísticos que muchos aficionados esperan. Aquí nunca encontraremos a un Pavarotti”, asegura, “y es algo que se repite, por ejemplo, en Poulenc y ‘Diálogos de Carmelitas’. Algo similar a lo que sucede con Falla en España”.

El pasado diciembre trabajó junto a su hijo, que también colabora en “Pelléas et Mélisande”, en una “Flauta mágica” cuyo protagonista iba caracterizado como Elvis Presley, también en la Ópera de Toulouse, una producción muy moderna. Este año, por el contrario, piensa aceptar menos compromisos como director de escena para centrarse en sus compromisos como compositor.