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La Espuma De Las Horas

Érase una vez Dan Ellsberg

Los papeles del Pentágono sobre Vietnam inspiraron una de las grandes batallas periodísticas por la libertad de expresión

Daniel Ellsberg, rodeado de periodistas.

El trigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos, Richard Milhous Nixon, tenía ante sí el domingo 13 de junio de 1971 dos noticias que suponían para él la cara y la cruz: por un lado, estaba la boda de su hija Tricia con Edward Cox y, por otro, un titular en la portada de "The New York Times" y seis páginas completas de información y documentos de alto secreto basados en un estudio de 47 volúmenes y 7.000 folios bajo el enunciado "Historia del proceso de toma de decisiones de Estados Unidos sobre la política de Vietnam 1945-1967". Así que Nixon era dueño aquel día del Señor, en que la humedad del Potomac envolvía Washington, de suficientes motivos para sentirse un padre feliz y, al mismo tiempo, un presidente en apuros. Las cosas no mejorarían el lunes, cuando el mismo periódico publicó la segunda entrega que incluía, abriendo la primera página, el famoso titular de que la Casa Blanca y el Pentágono habían llegado a un acuerdo para bombardear Vietnam del Norte antes de las elecciones de 1964 y no precisamente por razones de estrategia militar.

Cuando más tarde el FBI y una gran parte de la opinión pública se abalanzaron como una jauría de lobos sobre Daniel Ellsberg, que había filtrado la documentación al "Times", un periodista le preguntó si no temía que lo encarcelasen por filtrar secretos de Estado a la prensa. Ellsberg respondió con otra pregunta: "¿No iría usted a la cárcel para poner fin a esta guerra?". El secretario de Estado, Henry Kissinger, había calificado como el hombre más peligroso al experto en Defensa que entregó al reportero Neil Sheehan los documentos del Pentágono. Sin contar las víctimas vietnamitas, puesto que no existen cifras de las que fiarse, en la guerra de Vietnam murieron alrededor de 58.000 estadounidenses. No es necesario preguntarse dónde estaba realmente el peligro.

Ellsberg y su compañero de Corporación, Anthony Russo, se las arreglaron para fotocopiar los 7.000 folios del Pentágono en una noche. Fueron acusados de robo, espionaje y conspiración y llegaron a enfrentarse a la posibilidad de penas de 115 años de cárcel. La Casa Blanca llegó a ordenar que se asaltasen las oficinas del psicoanalista de Ellsberg buscando algo que pudiera cuestionar su salud mental. Aquella forma de actuar sí que fue un precedente del robo en el edificio Watergate, que acabaría con el presidente más tramposo de la historia de Estados Unidos. Ellsberg permaneció oculto hasta que decidió entregarse a un fiscal de Boston y el juicio acabó resolviéndose a su favor en el momento en que se confirmaron las ilegalidades cometidas por el Gobierno. El "Times" y el resto de periódicos que se sumaron a las publicaciones ganaron la batalla del periodismo, cuando los jueces sentenciaron que la excusa de la seguridad nacional no justifica la censura previa.

Atrocidades cometidas

En 1964, justo el año en que Estados Unidos decidió pasar del "asesoramiento militar" a las hostilidades, tras el incidente del Golfo de Tonkin, Daniel Ellsberg había empezado a trabajar a las órdenes del secretario de Defensa de la Administración demócrata, Robert McNamara. Fue el propio McNamara -"una orden suya era como si viniera de Dios"- quien encargó un informe acerca de las atrocidades cometidas por el Vietcong contra ciudadanos norteamericanos para poder justificar los bombardeos sistemáticos ante el Congreso de la nación, meramente como un arma política. Los datos que Ellsberg pudo aportar se referían a un solo caso de dos asesores -no se encontraron otros- pero ello le sirvió a McNamara para que Lyndon B. Johnson se quedase con las manos libres para actuar. La campaña de bombardeos fue probablemente el castigo más desproporcionado de la historia de la humanidad y sirvió, además, para que Ellsberg no se quitase jamás de encima el sentimiento de culpa por haber contribuido tan eficazmente a ello.

Aquel joven intelectual de Harvard se despidió de la Corporación Rand a la que había vuelto como experto en Defensa, todavía impresionado por la experiencia vivida en el Delta del Mekong, y filtró al diario más influyente de Estados Unidos una de las mayores bombas informativas del siglo XX. Los papeles ("The Pentagon Papers") que puso en manos de Sheehan, su viejo conocido de la guerra, incluían revelaciones sobre bombardeos de los de diques que aportaban el agua necesaria para las cosechas vietnamitas, la guerra química total, los experimentos con soldados estadounidenses para probar el efecto de drogas y gases, el programa de asesinatos de la CIA llamado "Phoenix", las masacres sistemáticas de aldeas sin conexión con el Vietcong, como el caso de My Lai, la guerra encubierta en Laos y Camboya, bombardeos con todo tipo de armamento, napalm, fósforo, etcétera. A partir de ello, elaboraron algunas de las mejores historias del periodismo, primero el "Times" y, después, "The Washington Post".

De la batalla informativa y legal en que se vio envuelto este último, el "Post", trata la película "Los archivos del Pentágono", filmada por Steven Spielberg, en la que Meryl Streep encarna a Katharine Graham, la editora del periódico, y Tom Hanks a su director, el legendario Ben Bradlee. A Bradlee, en medio de las presiones para que los papeles no vieran la luz, se le atribuye aquello de "si no los publicamos habrá nuevo director en el "Washington Post".

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