El director de escena Miguel del Arco (Madrid, 1965) es un hombre muy apegado a Avilés, donde estrenó su "Misántropo" y en la que ha representado buena parte de sus montajes: desde "La función por hacer" a "Hamlet". Regresa mañana viernes, esta vez al Niemeyer (20.30 horas), y lo hace con "Arte", de Yasmina Reza, un texto que se viene reponiendo en España desde hace casi lustros. Sin embargo, la versión de Del Arco fue aclamada este pasado verano en El Pavón Kamikaze, el teatro que cogestiona en Madrid desde hace un par de años junto a Jordi Buxó, Israel Elejalde y Aitor Tejada. Del Arco y sus tres socios, se llevaron el Premio Nacional de Teatro precisamente por aventurarse, y sin red, hacia una nueva manera de producir teatro en España.
- ¿Por qué otro "Arte"?
-Llevábamos resistiendo con El Pavón Kamikaze casi un año, sin ayuda de ninguna institución, cuando llegó el verano pasado. No podíamos cerrar por vacaciones, había que elegir un texto que no traicionara nuestra línea editorial, pero que también fuera capaz de atraer público al teatro. Habíamos tanteado a Yasmina Reza. Israel Elejalde había leído algo de ella. Entonces fue cuando pensamos en "Arte", una obra "comercial", pero acorde a la línea de trabajo que estamos llevando a cabo. En vez de encargárselo a nadie, me lo encargué a mí mismo.
- ¿Y qué aportan de nuevo?
-Carlos Hipólito fue uno de los actores de la primera versión, la de Josep María Flotats. Vino a vernos. Nos dijo, con mucha gracia que, a diferencia de la suya, nuestra versión tenía los pies en el suelo. Y es que la suya, tan blanca, parecía que estaba sucediendo en el cielo. Me refiero a que lo que se dicen esos tres amigos no tiene nada de tibieza. Flotats hizo una versión muy francesa; yo, una más oscura. La gente se ríe a carcajadas, pero lo que se dicen esos amigos de más de veinticinco años de antigüedad no tiene nada de gracia.
- La cosa empieza con un lienzo en blanco.
-Se habla de la subjetividad. Si el arte es la representación máxima del alma humana, su recepción es subjetiva. No es una obra políticamente correcta. Marcos defiende que el lienzo es arte y les advierte a sus amigos que si no piensan como él, están contra él. Vivimos en un momento en que las opiniones son muy claras que no admiten disensión.
- Echa mano de actores ya conocidos.
-Cristóbal Suárez, claro. Con Jorge Usón también trabajé: en la zarzuela "Cómo está Madriz". A Roberto Enríquez hace tiempo que le buscaba. Nos lo pasamos en grande.
- ¿Han logrado lo que querían cuando cogieron El Pavón Kamikaze?
-La temporada pasada hicimos 40 producciones diferentes y casi 500 funciones: una barbaridad. Tenemos un teatro de repertorio donde las obras van y vienen. Cuando nos ponemos a programar pedimos actores con flexibilidad: les decimos que vamos a estar cuatro semanas en el teatro y que luego viene la gira. Una gira corta porque son de fin de semana. Nadie programa los martes, parece que los martes nadie quiere ir al teatro. Eso explica que podamos volver a hacer "La función por hacer", una obra de hace diez años.
- Parece que el público va al teatro para hacer tiempo antes de la cena. ¿Han contribuido a cambiar esta sensación?
-Me gusta que los actores se sientan concernidos por el montaje que propongo, pero también los espectadores. Cuando empezamos me pareció grandilocuene el lema que nos habíamos propuesto: "El Pavón Kamikaze, un teatro más allá de la función". Cada vez estoy más de acuerdo.
- Y encima se llevan el Premio Nacional.
-Fue un espaldarazo. Y, además, en un momento delicado. Estamos esperando una ayuda de la Comunidad de Madrid y estamos en conversaciones con el Ministerio y con el Ayuntamiento. Esto nos ayuda a financiar nuestras becas: les damos un poco de dinero a los autores para que escriban, pero los derechos son suyos. Ellos se reservan a quién venden después la obra.
- Y como no para, ahora está con...
-Estreno en abril en Avilés "Ilusiones", un espectáculo con Daniel Grao y Marta Etura que escribió Ivan Viripaev, un autor ruso de treinta y tantos años que vive en Polonia. No pensaba montar nada este año, pero la leí y me atrapó. El 21 de abril en Avilés y en 25, en Madrid, en el El Pavón.
