El director honorario de la Fundación Princesa de Asturias, Graciano García, se recuerda pasándolas canutas a bordo de un helicóptero. Iba camino de Ibias, a los actos de entrega del Pueblo Ejemplar a la comunidad vecinal y educativa del concejo. Año 1999. Entre el pasaje, el entonces Príncipe de Asturias. "Atravesamos una tormenta muy fuerte que hacía botar al aparato de una manera tremenda". Cuenta Graciano García que en aquellas circunstancias sobraban las palabras: "nos mirábamos unos a los otros y aquellas miradas ya delataban lo que sentíamos", pero el Príncipe parecía ajeno al mal trago.

"Bolígrafo en mano, leía información sobre Ibias y repasaba el discurso oficial que iba a pronunciar más tarde".

Ser heredero de una Corona no implica necesariamente andar sobrado de valor pero genera cierta costra de ánimo frente a las contingencias. Cincuenta años de vida dan para muchas horas de vuelo, en este caso en sentido literal. Felipe de Borbón recibió en 1989 la acreditación como teniente del Arma de Aviación y es piloto de helicóptero. Y además, dicho sea de paso y tormentas aparte, cuida sus discursos del Pueblo Ejemplar con mimo.

Cincuenta años en la Historia de España dieron para pasar de una dictadura agónica a una democracia imperfecta; de los juegos reunidos Geyper a la Playstation; del Madrid de Zoco y Pirri y el Barcelona de Sadurní y Rexach a las actuales multinacionales deportivas con Cristiano Ronaldo y Lionel Messi. Cambiamos el blanco y negro por el color, la peseta por el euro, la máquina de escribir por el ordenador portátil y el telegrama por el wasap.

Felipe de Borbón y Grecia nació el 30 de enero de 1968 -hoy hace justamente medio siglo- y pocos españoles fueron conscientes de que aquel nacimiento iba a convertirse en trascendente en la historia de España. Malos tiempos para su familia materna, la de la princesa Sofía, porque Constantino de Grecia acababa de ser derrocado por un golpe militar, punto final a la monarquía griega.

En España, Masiel ganaba Eurovisión con su "La, la, la". El mundo se estremecía con los asesinatos de Martin Luther King y Bob Kennedy, ETA cometía su primer atentado mortal, los tanques rusos acababan con la primavera de Praga, los estudiantes tomaban París y un atleta llamado Bob Beamon volaba en los Juegos Olímpicos de México con un salto de longitud de 8,90. Lo mantendría casi veintitrés años.

Un salto en el tiempo. Nada menos que hasta octubre de 2009. La periodista y escritora María Teresa Álvarez recuerda una llamada de teléfono desde el hotel de La Reconquista. A punto de salir para el acto del teatro Campoamor, Felipe y Letizia se ponen en contacto con ella para transmitirle un apoyo muy especial. María Teresa Álvarez acompañaba a su marido Sabino Fernández Campo, ingresado en la UCI de un hospital madrileño.

"Me reconozco sentimental y hay momentos en la vida en la que se agradecen especialmente ciertos gestos de afecto, por eso jamás olvidaré aquella llamada de teléfono", dice la asturiana María Teresa Álvarez. Sabino Fernández Campo había ejercido de secretario y jefe de la Casa del Rey desde 1977 a 1993. Murió el 26 de octubre de aquel año 2009.

Otro recuerdo nutrido de nervios. Los que pasó la actual directora de la Fundación Princesa de Asturias, Teresa Sanjurjo el día en que, ya muy adelantado el proceso de selección de candidatos, fue convocada a una entrevista personal con el propio Príncipe. "Hasta entonces nunca había hablado con él. Acudí con tensión e incertidumbre, Don Felipe salió a saludarme a la puerta de su despacho y habló con cercanía y también con claridad y franqueza. Habló bastante y preguntó mucho".

Aquella reunión fue coronada con una fotografía escasamente oficial que es una de las que Teresa Sanjurjo tiene enmarcadas en su despacho de la Fundación, en Oviedo. Allí está desde 2009, cuando fue nombrada directora de la entidad.

Verano de 1997. Matías Rodríguez Inciarte, que tres años antes había sido nombrado vicepresidente del Banco de Santander, se llevó una sorpresa agradable. "Conocí a Don Felipe en una importante reunión internacional en los Estados Unidos y me impresionó su capacidad para moverse con soltura en un ámbito que le puedo asegurar que era especialmente exigente".

Rodríguez Inciarte estaba presente en octubre de 1981 en el teatro Campoamor cuando Felipe de Borbón leyó su primer discurso oficial con motivo de la entrega de los premios que llevaban su nombre. Inciarte estrenaba, como quien dice, su cargo de ministro de la Presidencia, que fue breve porque al año siguiente las elecciones generales darían un vuelco espectacular al panorama político español.

"Me impresionó ver aquel texto manuscrito por el propio Príncipe, y sobre todo la forma firme y serena en que lo pronunció, en un momento de tanta responsabilidad". Matías Rodríguez Inciarte fue nombrado en 2008 presidente de la Fundación Príncipe de Asturias.

¿Cómo componer un retrato del rey, alejado en lo posible de lugares comunes?

Graciano García: "Es sereno y austero, huye de la improvisación y le gusta escuchar a la gente de su confianza".

Matías Rodríguez Inciarte: "Es persona observadora, reflexiva y tranquila. Es de trato cercano, prudente y educado, pero también firme".

María Teresa Álvarez: "Me parece que transmite credibilidad, es serio y responsable y estoy convencida de que hay en él unos enormes deseos de hacer las cosas muy bien".

Teresa Sanjurjo: "Me parece prudente y reflexivo. Es amable y perspicaz, y opina solo cuando está seguro de lo que va a decir. Está atento a los detalles y tiene sentido del humor".

Entre los adjetivos que se van desgranando a partir de la conversación con los cuatro interlocutores de este reportaje surgen denominadores comunes. Uno de ellos es "el rechazo de toda improvisación". Otro es "la capacidad para escuchar". Un tercer apunte habla de "firmeza".

Graciano García conoció personalmente a Felipe de Borbón cuando aquel niño de doce años acompañó a sus padres al acto de constitución de la Fundación Príncipe de Asturias. Era el mes de septiembre de 1980.

"Hubo después del acto un cóctel y allí me hice una foto, que no sé cómo surgió, con él y con el rey Juan Carlos. Quizá fue iniciativa de mi inolvidable Sabino Fernández Campo. Recuerdo al príncipe muy rubio, peinado a raya, vestido con chaqueta azul y pantalón gris. Hablaba muy poco pero observaba mucho, siempre muy pendiente de su padre".

María Teresa Álvarez se centra en dos momentos muy cercanos en el tiempo. Uno, el discurso de octubre en relación con la crisis catalana. Otro, la intervención esta semana en el Foro de Davos. "Me sentí muy orgullosa de nuestro rey ante la defensa que hizo de nuestra legalidad". En ambas ocasiones.

En Davos pronunció Felipe de Borbón una frase que Graciano García grabó en su memoria: "Los españoles saben bien que el progreso y el bienestar en el siglo XXI no será ni obtenido ni hallado desde la soledad, el aislamiento o la división, sino desde la unidad". Un aviso a navegantes.

Matías Rodríguez Inciarte valora dos conjunciones de carácter que unen por un lado "inteligencia y sensibilidad" y por otro "capacidad de observación y capacidad crítica". Le gusta caminar sobre seguro.

Todos coinciden en que no han sido años fáciles. "Abordó problemas con coherencia, con sentido de Estado y comprometido con nuestra Constitución" (Rodríguez Inciarte).